Hay sobredosis de polarización. Señal inequívoca de que se está atacando la ecuación de poder que sostiene a Sánchez en la Moncloa y de que el Gobierno se coloca a la defensiva después de los desapacibles choques entre el PP y el PSOE.
Sin ir más lejos, véase como la celebración del Dia de los Trabajadores, este jueves 1 de mayo, se convirtió en arma arrojadiza de sindicatos y manifestantes (varios ministros en la cabeza de la marcha en Madrid) contra el auge de la ultraderecha, en estricta coincidencia con las narrativas de la Moncloa. Como si el enemigo fuera Vox, y no las causas de que tres millones de españoles lo voten en las urnas. Pero ni media palabra sobre la forma de desactivar a esos votantes con discursos creíbles y ejemplos de buen gobierno.
Y véase también como la festividad del 2 de Mayo, Día de la Comunidad de Madrid, el viernes pasado, perdió su carácter de fiesta de todos (defensa de la independencia nacional frente a la invasión francesa de 1808) para convertirse en la enésima entrega del enfrentamiento de la presidenta madrileña, Díaz Ayuso, con el presidente del Gobierno central, Pedro Sánchez.
Pero esto ya es un no parar que verifica la síntesis que el comentarista se permite formular a modo de minuto y resultado de la insoportable polarización de la política nacional: el Partido Popular por la derecha y Podemos por la izquierda quieren acabar con Sánchez. Y los siete de Puigdemont ya no dan más de sí como compañeros de viaje (si no hay amnistía, nos vamos).
Al respecto, conviene saber que se avecina una semana de alta tensión política. El Congreso de los Diputados volverá a ser el rompeolas de los grandes asuntos pendientes de la política nacional, los que enfrentan al partido que gobierna con el que quiere gobernar. A saber: el apagón del 28 de abril, el rearme comprometido con UE-OTAN y el decreto anti-arancelario que, este sí, necesita de la convalidación parlamentaria para llegar al BOE y no contará con el respaldo del PP.
El presidente del Gobierno se prepara para dar la cara el miércoles 7 en el Congreso. Una vez más, vamos a una sesión plenaria de alquilar balcones. Seducir al PP en el decreto anti-aranceles (14.320 millones de euros) y pactar sus discrepancias con Yolanda Díaz en el plan de rearme militar (10.471 millones de euros), en el muy improbable caso del doble apaciguamiento, a derecha e izquierda, tampoco garantiza la remontada de un Gobierno seriamente tocado por la debilidad parlamentaria, la corrupción de proximidad y la averiada imagen de su presidente. Y ese, y no otro, es el fondo de la cuestión.