Tempus fugit

Dice un proverbio árabe “Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo.” 
 

Pues no sé si tenéis la misma sensación que yo, pero estos primeros meses del año se me han pasado volando. Como quién no quiere la cosa estamos ya en mayo y he cumplido un mes en este espacio de los telares de “Minerva &Aracne”. Se acabaron los meses con “R” –esos que en Galicia decimos son los del buen marisco-, los días se hacen cada vez más largos y estamos a la vuelta de la esquina del verano.
Y así es “tempus fugit” el tiempo vuela, huye, se nos va de las manos… aunque yo más bien diría de la mente. Muchas veces no somos conscientes de cada instante que vivimos y que en sí mismo es único. Hacernos presentes con esa realidad nos puede aportar una perspectiva diferente de nuestra propia vida.
 

En un mundo hiperconectado, donde no faltan los distractores y en el que parece que todo “es para ayer”, frases como “no tengo tiempo” se han convertido en un síntoma del ritmo de vida actual.  Sin duda, es necesario organizar nuestras tareas cotidianas pero la actitud y la distribución de las mismas está muy vinculada a nuestro momento vital, nuestra cultura, y por su puesto nuestros valores. El lenguaje popular está plagado de expresiones y refranes que hacen referencia al tiempo: “el tiempo todo lo lo cura”, “no hay mal que cien años dure”, “el tiempo es oro”, “démosle tiempo al tiempo”, “cualquier tiempo pasado fue mejor”.  
 

En definitiva, nos sitúan en esa finitud de la vida, en la línea del pasado, el presente y el futuro; lo que fue, lo que es y lo que será. El tiempo nos aporta la dimensión del cambio, del movimiento. Por regla general, ¿dónde te sitúas? ¿En el pasado? ¿En el futuro? ¿En el presente? Según cuál sea tu habitual “estado del tiempo” tu visión sobre el mundo y lo que te rodea cambia. También así tu propia vida. Lo que fue te remite a la nostalgia, para bien o para mal es un tiempo ya vivido y del que únicamente se puede aprender. Ansiar el futuro genera ilusión, pero también expectativa y ojo con este punto. En su justa medida nos motiva y nos lleva a la acción, en exceso nos evita “pisar tierra” y genera ansiedad. Así pues, el HOY es el PRESENTE, el regalo que cada día podemos disfrutar. Cuanto más en contacto con nosotros mismos esté ese hoy: lo que deseamos hacer, las personas de las que nos queremos rodear, los lugares que nos gusta visitar…, más coherencia y por lo tanto menos estrés. Como recurso no renovable el tiempo es un bien preciado que debemos saber gestionar y, fundamentalmente, distribuir entre las distintas parcelas de nuestra vida. Como señala Stephen Covey en su libro Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva: “poner primero lo primero”. Esto significa priorizar, no se trata de hacer más en menos espacio temporal, si no determinar hacia dónde queremos ir, enfocarnos en la dirección, conectar con nuestros valores.  De ahí lo subjetivo de la medida del tiempo. ¿A caso no has tenido alguna vez la sensación de que hay momentos que se desvanecen en un suspiro, otros transitan lentamente o incluso parecen congelarse?  
 

En función de la emoción que los acompañan su magnitud es una u otra. Esa dimensión es la que también indica si gastamos o invertimos.  Comentaba anteriormente que cada día, la cuenta de la vida nos otorga 24 horas así que pregúntate ¿Qué quieres realizar con ese regalo?

Tempus fugit

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