Patadas sin balón

Hace mucho tiempo que vengo diciendo que en el deporte rey por excelencia, el fútbol, huele demasiado a podrido. Una gran parte de sus dirigentes más destacados, dotados de mucho poder, con un lugar de privilegio entre la clase social por el cargo que ocupan ,y que manejan los presupuestos millonarios, sufren del  mismo mal endémico y les mueve la tentación de utilizar a su libre albedrío el poder que le otorga su cargo y que por añadidura les puede reportar unos beneficios económicos muy difíciles de alcanzar si desempeñan un puesto de trabajo acorde con el mercado actual y en consonancia con su preparación que por regla general  no suele ser mucha cuando alcanzan la máxima categoría decisoria en el mundo del balompié. Es lo que yo llamo en mí titular dar patadas si balón. O lo que es lo mismo desempeñar el cargo ejecutivo de máxima relevancia que mueve a millones de aficionados que llenan los estadios o siguen las evoluciones de los futbolistas, los deportivas  mejor pagados en el mundo, a través de los múltiples canales televisivos y plataformas que durante toda la semana ofrecen fútbol para el consumo general.


Durante muchos años de mi vida profesional como periodista me encargue de retransmitir y hacer crónica de partidos de fútbol. Un acontecimiento que se repetía domingo tras domingo .Eran otros tiempos y otras mentalidades, siempre abiertas y sin ánimo de lucro, las que dirigían  los designios de los equipos de fútbol que luchaban por conseguir un lugar de privilegio en  la que se conocía como la liga de honor, la primera división.


Estos días he seguido las informaciones relacionadas con el nuevo escándalo en la Federación Española de Fútbol. Cuando parecía que  se había olvidado lo que se había descubierto sobre la gestión presumiblemente fraudulenta Ángel María Villar y sus colaboradores más cercanos, incluidos familiares directos, nuevamente el máximo organismo del mundo del balompié se ha vuelto a convulsionar por lo manejos económicos y contratos presumiblemente fraudulentos, del equipo presidido por Luis Rubiales que removió los cimientos del máximo organismo del futbol que cuenta con  millones de seguidores todas las semanas que siguen sin salir de su asombro cuando se habla de los posibles millones de euros que de manera comisionada se ha podido llevar los que  pululaban alrededor del presidente de la RFEF.


Si las ventanas  no se abren para que corra el aire puro en la Federación Española de Fútbol va a seguir oliendo a podrido. Los dirigentes como Rubiales con  grande sueldos, viviendo en casas muy lujosas y  con  un tren de vida demasiado elevado, sobran en la institución que todas las semanas mueve al mayor número de seguidos algo que es  totalmente inalcanzable en otras disciplinas deportivas. Las patadas sin balón son una metáfora de lo que se viene haciendo con un organismo que según  parece en las últimas décadas está para que algunos se enriquezcan de manera fraudulenta y rápida.


Cuando creíamos que habíamos visto de todo en la gestión  de Villar,  llega Rubiales que elevó más alto el nivel de los presumibles enriquecimientos a costa  de rodar el balón por campos no españoles. El balón  tiene que seguir rodando pero sus dirigentes, sus directivos de gestiones más que dudosas, tendrán que demostrar su inocencia en sala judicial una vez finalizados los sumarios que están abiertos y que pueden culpabilizar a dos ex jugadores que se podrían haber enriquecido más en los despachos que en los campos de fútbol. Veremos que nos depara el futuro. De momento todo pinta muy mal.

 

Patadas sin balón

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