Matemáticas

Los números no salen a cuenta con los argumentos del Estado en lo que respecta al mes de abril del IPC. En que la inflación bajó hasta el 8,4%, después de haber llegado en marzo a casi el 10%. No es creíble matemáticamente, cuando todo está en subida libre, desde combustibles y energía, hasta la cesta de la compra, pasando por todos los demás productos del mercado en todo tipo. No hay uno solo, que no haya subido un mínimo en su precio de un 20% y de ahí para arriba.


El Gobierno, nos sorprende en el mes de abril con todos los productos y servicios en subida libre, que su rebaja de los 20 céntimos en las gasolinas, hizo bajar el dato de la inflación hasta el 8,4%. Cuando la carestía de los combustibles está en barra libre.


El ejecutivo aprueba esa rebaja, cuando el petróleo estaba entre los 100-130 dólares barril y su precio en las gasolineras, ya era de escándalo, a casi dos euros litro en muchas de ellas y en algunas se superaba esa cifra. Bajó el crudo en origen y el precio también lo hizo en el surtidor, pasando a 1,80 euros, la sin plomo 95, de media. Luego inició una nueva subida y acaba a finales de abril en 1,90 euros litro.


Es decir, la subida de abril se comió el 50% del precio bonificado y el ejecutivo vende la moto de que la inflación, no es la que era. Algo falla en las matemáticas del ejecutivo ó algo hay de por medio que no cuadra. Es impensable, que, solo, abaratando 20 céntimos litro de combustible, baje la inflación un 1,5%.


Según esta teoría, la inflación baja más, si, se retoca la curva de subida del gas y electricidad, por poco que sea. Quizás nos estén dando gato por liebre. A este paso, al llegar las rebajas de verano, tendremos una inflación bajo mínimos y en diciembre, estará en negativo, con lo que no habrá ni subida salarial, ni de pensiones, según esta teoría. Pero, seguiremos teniendo una cesta de la compra desorbitada y unos combustibles y energía a precios de infarto.


Cabe recordar que la economía española está contraída, el primer trimestre de este año, apenas creció el 0,3% y las previsiones del Gobierno, se caen por su propio peso y no son creíbles, el gasto público sigue desbocado y no se aborda la línea de reducción y sobre todo un mayor control del mismo.


Después de los años económicos sufridos por la pandemia, tirando de la deuda pública para salir del bache, toca reducirla y con la inflación en ciernes, es preciso colocarla en los mercados financieros. Seguramente España, tendrá que pagar un sobreprecio de 1,50 ó 2% del tipo de interés, con respecto del bono alemán, por la dificultad de su colocación y el riesgo que lleva una deuda de escasa solvencia, que ronda el 120% del PIB, en el mejor de los casos.


Todo es cuestión de matemáticas y los números no cuadran con las previsiones del Gobierno. Ya veremos como resulta el ejercicio a medida que se vaya venciendo el año, ahora es una incógnita.

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