ETA, calderilla política

"Venceréis, pero no convenceréis”, advirtió Unamuno a los “fascistas”; razonamiento aplicable a esos terroristas de ETA que nos derrotan cada día sin convencer, solo conmover, merced a quienes les pagan sus criminales actos con miserables concesiones: acercamientos, paguitas, permisos, grados, excarcelaciones… Victorias, en la apariencia, concedidas por la presión política de sus “tutores” legales frente al gobierno del Estado y por razones que nada tienen que ver por parte de este ni de los otros con la causa que los llevó a convertirse en lo que son, asesinos.


Quizá los saquen, por conveniencias partidistas, de las cárceles y permitan que los saluden como héroes. Es más, cabe que pongan sus nombres a calles y alcen estatuas en plazas y parques, pero siempre por imperativo de un mandato que nada tiene que ver con su causa, sino por su condición de causa, esa infame transición política que son y han sido, con el “mínimo” coste de humillar gravemente a las víctimas, vulnerar el Estado de derecho y la democracia, y con un único fin, permitir a los dadores mantener sus poltronas.


Si los respetasen, los liberarían y pondrían en valor sus actos y peticiones, pero no los respetan, los usan, y para esa perversión, han de ir ganando para ellos espacios de impunidad que dejen bien a las claras que son cedidos al margen de la ley, por su voluntad, como favor, para que no olviden quienes son los dadores y quienes los mendicantes. 

ETA, calderilla política

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