Este finde se juega en Coruña un torneo de Bridge, en el Real Club Náutico. Tengo que confesar que no tengo ni idea de cómo se juega. Tengo amigas apasionadas del Bridge que intentan que aprenda, pero a mí me da que va a ser muy difícil y en realidad lo que me gusta es el Poker. No era nada mala jugando al Poker en mis tiempos mozos, ahora es muy complicado encontrar a gente que le guste echarse una partida y apostar. Cada vez se juega menos a las cartas en Coruña. Antes era fácil ver parejas o tríos en los bares con los tapetes verdes y la baraja española de Fournier. Ahora estamos todos pendientes del móvil y la soledad que nos sacude nos obliga a un aburrido solitario. Pero para eso están los jugadores de Brigde: van en parejas y requieren inteligencia, atención y compromiso. Igual por eso es un juego en auge.
También se juega este finde la Champions, sin ningún equipo español en la baza. Yo personalmente quiero que gane el Inter, sin acritud. Siento simpatía con los italianos, nuestros hermanos de alma. Y ninguna por el PSG. En fin, que gane el mejor. Y que nosotros veamos un buen espectáculo.
Espectáculo están dando estos días nuestros políticos y sus periodistas a sueldo. Lejos quedan ya aquellos plumillas que destapaban casos oscuros de corrupción. Ahora se limitan a criticar a Melody como si fueran un ex despechado. ¿Qué hace un señor de cierta edad con un pasado de humorista importante riéndose con patetismo de una concursante de Eurovisión? Así las cosas cualquiera se mete en ese berenjenal siendo español. Además, casi nunca llevamos canciones festivaleras como el ‘Espresso Macchiato’ de Estonia, que retumba como un parásito anclado en nuestra cabeza, repitiéndose una y otra vez, creando un loop infinito en el cerebro impidiéndote pensar con claridad. Los presentadores de programas de variedades se pelean por las audiencias y en el medio la Melody, como una antigua cupletista, se deja querer o desprecia melena al viento. A mí se me escapan estas chorradas. Ver a gente adulta comportándose como niños caprichosos mientras cobran un dineral. Por no hablar del despilfarro de los sueldos de Televisión Española, como si nos sobrara el dinero. Muchos asistimos atónitos al circo televisivo mientras se instaura la decadencia en las radios públicas. La otrora maravillosa Radio Clásica tiene ahora de locutores a una almas en pena, cuerpos inertes, voces sin fuerza, música sosa, como si diese miedo poner un Wagner o un Puccini. Radio tres se ha convertido desde la pandemia en un panfleto woke que te ordenaba con voz de Gran Hermano a no tocarte los ojos o la boca (madre mía, cuanto más lo decían más te los tocabas) y tan pronto te critica por contaminar con tu coche como se van todos en avión al festival de música pop más lejano posible. El día del apagón sintonicé una antigua radio Sony de mi padre y pensé que era mejor poner discos de piedra que enterarte de algo por allí. Ni siguiera se podía coger Radio María, la más poderosa porque aunque vayas por las catacumbas más profundas no te puedes librar del responso del Padre Damián. Debe ser la ponencia de la fe o algún tipo de milagro. Seguro que las monjas no cobran como los voceros gubernamentales pero la potencia de la antena del convento es digna de ‘Star Wars’.
También este finde abre un restaurante debajo de mi casa. Estamos los vecinos invitados al Solpor. Ya os contaré por las redes qué tal. En principio tiene muy buena pinta y muchos cuadros de artistas coruñeses. No todo va a ser negativo…