Desde Shanghái al Orzán: la historia que dio vida al bubble tea coruñés

Desde Shanghái al Orzán: la historia que dio vida al bubble tea coruñés
Dos de las especialidades de IRIWA

Hay historias que no empiezan con un plan de negocio, sino con un antojo. La de Josephine empezó así: con la ilusión de encontrar un buen bubble tea en España y la desilusión constante de no conseguirlo. “Me emocionaba cada vez que veía una tienda, incluso hacía cola con una sonrisa... pero después de dos sorbos, lo tiraba. Todo sabía a polvos, a algo falso. Nada como el que conocía de Asia”, recuerda.

 

Josephine llegó desde Shanghái a A Coruña hace casi una década, acompañando a su marido, trasladado por su trabajo en ZARA. Ella misma trabajó en la misma empresa durante varios años. Pero cuando su hija comenzó a necesitar más cuidados en casa, Josephine dio un paso atrás en su carrera. El día que Josephine decidió frenar, también fue el día en que algo nuevo empezó a tomar forma: su propio lugar, con el sabor que tanto había echado de menos. 

 

“Pensé que, si no existía algo como lo que me gustaba, lo podía crear yo. Y si además podía tener un horario más flexible y estar cerca de mi hija, era perfecto”, cuenta. Así nació IRIWA, que significa “ven aquí” en coreano. 

 

 

En IRIWA, cada bebida tiene una historia. No hay una lista interminable de opciones, sino una carta corta y muy cuidada: 17 variedades, todas probadas, ajustadas, perfeccionadas por Josephine y su equipo. “No queremos tener 30 sabores solo por tenerlos. Preferimos que cada una de nuestras bebidas esté realmente buena, que sepa a lo que promete, que sea bonita, y sobre todo, auténtica”, explica. No hay polvos artificiales. No hay cremas vegetales en polvo. Todo está hecho con leche real, tés de origen asiático y toppings pensados para sorprender.

 

Uno de sus orgullos es el Clásico Bubble Tea, elaborado con té rojo Yunnan en lugar del habitual té negro. “Probamos más de diez tipos hasta dar con el ideal. Queríamos ese sabor profundo, con carácter, pero suave”, dice. Para las versiones veganas, hicieron hasta ocho pruebas con distintas bebidas vegetales, eligiendo la más sabrosa aunque fuera la más cara. “Lo importante es que el sabor sea bueno. Que la persona lo pruebe y diga: ¡wow!”, añade. 

 

Y vaya si lo dicen. Uno de los más populares es el Matcharesa: una mezcla de matcha, sirope de fresa y una capa espesa de queso crema con un toque de sal marina. “Mucha gente que decía ‘no me gusta el matcha’ cambia de idea cuando lo prueba así”, sonríe Josephine.

 

 

La primera tienda abrió en la zona de Orzán, pensada para llevar. Pero el clima de A Coruña no siempre invita a pasear con una bebida fría en la mano. Así nació la segunda ubicación: un local con mesas en Calle Panaderas, como pop-up temporal hasta verano. “Queríamos ver si funcionaba el formato para sentarse con calma, para merendar, probar postres... y la respuesta ha sido preciosa”, añade la propietaria. 

 

En Panaderas, además de bubble tea, se sirven delicias como tarta de queso de matcha, galletas de sésamo negro, helados artesanales de sabores asiáticos y postres como el Bingsu, ese capricho coreano de hielo en forma de nieve con crema y frutas. También han empezado a ofrecer tostadas inspiradas en Asia: de kaya, con ternera coreana, o incluso con crème brûlée. “Queremos que la gente se sienta como en un pequeño viaje. Que entren con curiosidad y salgan con una sonrisa”, dice.

 

Aunque el bubble tea se asocia a los jóvenes, en IRIWA entra gente de todas las edades. “Nos encanta ver abuelos preguntando con interés, niños eligiendo toppings, parejas compartiendo una bebida. A veces incluso es su primera vez, y nosotros les explicamos todo, les dejamos probar. No queremos que elijan algo al azar y se vayan pensando que no les gusta el bubble tea. ¡Solo tienen que encontrar su combinación ideal!”, afirma. 

 

Y si hay algo que Josephine repite con ternura es lo que le dice su hija pequeña: “Mamá, tienes que probar cosas nuevas”. Ese es el espíritu de IRIWA. Un espacio para atreverse, para descubrir, para disfrutar de lo que no conocías… y para volver.

 

Desde Shanghái al Orzán: la historia que dio vida al bubble tea coruñés

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