Detrás de esa sofisticada y elegante imagen con la que estábamos acostumbrados a ver a Carla Bruni cuando ejercía como primera dama de Francia, se esconde una mujer con una personalidad arrolladora y un sentido del humor que traspasa la pantalla.
La que fuera estrella de las pasarelas durante sus años de juventud en los 90, ha abierto las puertas de su nuevo hogar a la versión francesa de Elle. Desde que el matrimonio abandonase el palacio del Elíseo tras la victoria de Hollande como presidente de la República Francesa, la familia reside en el barrio parisino de Auteuil, lejos de los flashes de las cámaras y las miradas curiosas e indiscretas.
La cantautora vuelve a colocarse en el centro de la atención mostrando su faceta más sincera y personal. La exprimera dama de Francia vuelve a cautivarnos hablando sin tapujos de su relación con Nicolas Sarkozy. “Con mi marido descubrí algo que jamás pensé que experimentaría: un flechazo como en las novelas románticas. Y me convertí en la mujer de una pareja clásica, una mujer como nunca creí que sería”, confesaba divertida. “Me pilló por sorpresa porque yo no soy una mujer a la que le pasan ese tipo de cosas. Cambié de forma de ser y ahora soy muy feliz”, asegura.
Una felicidad que se refleja en su mirada. Tras más de ocho años de matrimonio, Carla Bruni confiesa que antes de conocer a Sarkozy tuvo “amantes, pero no me entregaba demasiado. Mis prioridades siempre han sido mi trabajo y mi soledad”. Aunque con el paso de los años, ha descubierto nuevas facetas de ella misma: la esposa, la madre, la amiga... “Creo que en la vida hay que volcarse en el amor, la amistad y los vínculos en general”, dice.