La cocina es uno de esos espacios en los que más tiempo pasamos en nuestro día a día, pero del que, en muchas ocasiones, no nos damos cuenta de la cantidad de procesos químicos, por ejemplo, de los que echamos mano sin tener conocimiento de los mismos. Muchas de estas implicaciones científicas, y curiosidades, de la cocina las recoge Moncho Núñez en la obra “Un científico en la cocina”, que presentó ayer en la librería Santos Ochoa.
El objetivo principal del libro es “divertirse culturalmente”, explica el autor, “mezclando tanto temas de alimentación y nutrición, como procesos que sufren los alimentos al ser asados, fritos, cocidos... y reflexionar que hay un motivo científico detrás de cada cosa que hacemos en la cocina”. “La cocina es tremendamente rica y como conlleva muchos procesos distintos, están implicados muchos procesos físicos y muchos procesos químicos”, explica Núñez.
El libro parte de un breve paseo por los gustos, para abordar la historia y curiosidades de diversas elaboraciones, alimentos y técnicas culinarias. Entre estos orígenes, Núñez cita como un ejemplo curioso, que el “pimiento es la única especia que trajo Colón de América y que él le dio el nombre”, al tiempo que recuerda también como las conservas llegaron a Galicia de casualidad, tras un accidente de un barco que cargaba las primeras conservas en lata en la Costa da Morte.
En el plano de las curiosidades que comenta en el libro, llaman muchas la atención, como la denominada tortilla española sin patata ni huevo. “Eso me llamó mucho la atención, era un libro editado durante la Guerra Civil y se titulaba “La cocina de recursos”, da muchas recetas para economía de guerra y la que me llamó la atención fue esa que era de tortilla española de patatas, sin patatas y sin huevos; en vez de las patatas usaba la parte blanca de la cáscara de naranja”, explica, a lo que añade, a tono de broma que “no tengo interés ninguno en probarla, me lo puedo imaginar, tampoco hay necesidad, donde esté una de toda la vida...”, dice mientras ríe.
Educación
Núñez es divulgador y el auspiciador de los museos científicos coruñeses. A pesar de llevar tiempo con menos contacto con ella, cree que la educación ha vivido “una evolución hacia una enseñanza de las ciencias más experimental, que se trabaje más con la experiencia”, pero también que sea “multisensorial”.
Asegura que es necesario que los más pequeños necesitan aprender cosas como “diferencias los olores”, aprendiendo a relacionar los más básicos, para, más adelante, “poder diferenciar los más complejos”. “Eso hay que educarlo, cuanto más lo eduques, más capaz serás de identificar alimentos y, sobre todo, de disfrutarlos, tenemos que hacer una educación que sirva para saber, pero también para gozar”, concluye.