Santa María del Campo, la colegiata extramuros

Santa María del Campo, la colegiata extramuros

Esta Real Colegiata está en la  ciudad alta. Aunque nada se sabe de su fundación, se cree que ya existía en 1150. La capilla se levantó en su mayor parte con las limosnas y Alfonso IX le dio el privilegio de parroquia en 1256. Se supone que fue de los caballeros de la Orden del Temple. 
El nombre de Santa María del Campo se debe a hallarse fuera de los primitivos muros, aunque tras la ampliación de las defensas de la ciudad quedó dentro. También se le denominaría de Santa María del Portal, debido a una advocación de la virgen que hay en el pórtico. A estos nombres hay que añadir el de Santa María de la Mar, por devota de la gente marinera. De todos modos, la primera advocación, debido a su escudo de armas con una jarra con lirios sobre una corona real, sería la Asunción de la Virgen.
En 1302 se acomete su primera ampliación, la construcción de sus tres naves, cuyo trabajo finaliza en 1317. Después de rematar con la bóveda central, estas tenían una sola cubierta a dos aguas, sostenida por arcos formeros de medio punto y arcos tajones apuntados y un tramo del presbiterio cubierto por una bóveda que hacía de transición con el ábside. Su inscripción decía, según Murguía: “Esta Bóbeda foi acabada il XV días de jolio do ano DMI. MCCC. Séptimo. Et era. F° Catudo Procurat”.
La advocación del gremio de los mareantes fue obra de ellos mismos, al dársela a su patrona, la “Estrella del Mar”. Hasta no hace mucho, los marineros lanzaban sus oraciones a las denominadas tres marías: Colegiata, Oza y Pastoriza. Por eso durante tanto tiempo fue una iglesia consagrada a las gentes del mar. 
En el siglo XIV, la Iglesia ya estaba acabada, pero desaparecen del pórtico los rasgos románicos y los túmulos del atrio, testimonio de la riqueza de la Edad Media. Junto al hacha y compás del carpintero se veía las tijeras del sastre, la horma de los zapateros y la pala del hornero. Al lado de la hostia clerical, el escudo y la espada del noble y algunas lápidas con la imagen del muerto. 
Fue erigida Colegiata en 1441 por una bula papal confirmada por Eugenio IV el 13 de abril de 1443, a instancias del arzobispo del Apóstol Santiago, don Lope de Mendoza, quien nombra prior al párroco Juan Rodríguez. Acontece que, debido a la muerte de dicho arzobispo, se hace demorar esta obra, cuya resolución no llega hasta una reunión de los clérigos de dicha Iglesia más el Concejo de la ciudad. El contencioso se resuelve en 1446 gracias al rector Hernán Rodríguez y Lope Afón que pertenecía a la Rectoral de San Nicolás. 
Corría el año 1503 y existía en esta Iglesia un soportal en su fachada principal donde se hallaría la capilla de Nuestra Señora del Portal y de San José, donde el 20 de mayo de 1520 antes de embarcar Carlos I oye misa y confiesa antes de ir a Flandes para recibir la corona del Palatinado. También rendirá sus oraciones María de Neoburgo, princesa del Palatinado y segunda mujer del rey Carlos II. Ella dona una arqueta de plata en 1690 que se encuentra en la capilla del Santo Cristo. En 1878 Alfonso XII oirá misa en ella, en la que, en su honor, se celebró un Té Deum.
La fachada es de estilo románico bizantino, su puerta está flanqueada por un pórtico de piedra donde a sus costados están las antiguas capillas de Nuestra Señora del Portal y del patriarca San José. El interior es sencillo y contiene la capilla de la Virgen de la Estrella, que en otra época fue muy venerada por los coruñeses.
El edificio adquiere una forma irregular debido al solar en que se asienta junto con la desproporción de sus arcos de las naves menores y cuyas bóvedas caen al lateral, así como el desfase de los diferentes huecos en los muros de carga y sobre las capillas laterales. Llamativo es el crucero del medio de la plaza, donde recibían sepultura sus feligreses y cuya antigüedad se desconoce. Descansa sobre una escalinata de ocho metros, su columna es de granito de una sola pieza, ya carcomido, su cruz mide 1,25 metros, su crucifijo se sitúa a Occidente entre la virgen Dolorosa y el Evangelio, bajo sus doseles.

Estado actual
Juan de Ciórraga inicia en 1889 unas obras que deja sin acabar y que sitúan al templo en la imagen que hoy se puede visualizar. De su mano procede la ampliación de los tres tramos de la nave, el traslado del coro y la fábrica de la nueva fachada, ya que la vieja fue derruida. Se adelantó la portada, quedando las torres sin rematar: la “Carraca” y la de las “Campanas”, que se demolió por peligro de derrumbe. 
Se realiza dos nuevas reformas, la primera en 1946 por los arquitectos Sorolla y Menéndez Pidal, en la que aparecen sus bóvedas vencidas y agrietadas. La última restauración es de 1980.
Muchos fueron sus visitantes ilustres que allí se acercaron a orar, entre ellos destacamos a Alfonso XI, Pedro I y sus hijas las infantas Constanza, Beatriz e Isabel, Don Fernando de Portugal, el Duque de Láncaster, los Reyes Católicos, su hija la Infanta Catalina, Juana I y su esposo Felipe el Hermoso, Carlos I, Felipe II, Juan de Austria, Mariana de Neobourg, la Reina Isabel II y Alfonso XII.

Santa María del Campo, la colegiata extramuros

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