Retiran los subsidios a las familias de A Pasaxe que se niegan a dejar el poblado

Retiran los subsidios a las familias de A Pasaxe que se niegan a dejar el poblado
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Los cambios se suceden lentamente en el poblado de A Pasaxe, donde el paisaje a la orilla de la ría de O Burgo todavía está dominado por precarias construcciones rodeadas de desperdicios y chatarra. El Ayuntamiento se ha marcado como objetivo que desaparezca durante el actual mandato, para lo que queda un año, y no está resultando fácil: en lo que va de 2018 solo se ha desocupado otra chabola, y son varios los que se niegan abandonarlas. Como medida de presión, el Gobierno local comenzó desde finales del año pasado a retirar subsidios a los chabolistas que se niegan a hacerlo. Sin embargo, eso no parece haber disuadido a muchos. 
“A mi me quitaron 500 euros de la Risga (Renta de Integración Social de Galicia), que me daban por tener a la niña en el colegio”, confiesa uno de los irreductibles. Para él, como para muchos otros se dedican a la chatarra, abandonar el poblado de A Pasaxe no tiene sentido: no es por la infravivienda en la que vive, sino por el espacio para almacenar la chatarra. Allí, al aire libre, sin tener que pagar una nave (ni respetar ninguna normativa medioambiental) se acumulan montones de hierro y cobre a la espera de ser vendidos en la chatarrerías cuando suba su precio. 
Si aceptaran ser reubicados en  una vivienda normal, en un bloque de pisos, no tendrían dónde acumular el material. Se verían obligados a alquilar una nave, con lo que los gastos se dispararían. Por eso algunos pidieron a Justicia Social casas con un terreno donde dejar el metal pero esa práctica tampoco cumpliría las normativas. No todos los chabolistas venden chatarra a tiempo completo. Entre ellos hay algunos furtivos y feriantes, pero incluso estos de vez en cuando complementan sus ingresos con la venta de algún palé.
A cualquier otro sitio 
Por lo menos otras cuatro familias han perdido también la Risga u otro subsidio por su negativa para abandonar el poblado, a pesar de la insistencia de las trabajadores sociales que les animan a buscar un piso “donde sea” con el apoyo económico municipal. “Te dicen que como si es en otro ayuntamiento que da igual”, comenta un chabolista con desconfianza: “Lo que pasa es que si te empadronas en ese municipio, ya no eres un problema suyo”.
Siempre es difícil conseguir que los caseros acepten un inquilino de etnia gitana, así que los trabajadores sociales tratan de localizar viviendas adecuadas por su cuenta. Pero a veces encuentran resistencia por parte de los chabolistas. “Son unos mentirosos –comenta Alberto Alegre– porque me dijeron que me iban a dar un piso para mi mujer y para mí y me ofrecieron una habitación en Santa Cristina”. 
Planes de limpieza 
Hace casi un año, la Concejalía de Medio Ambiente culminó la primera parte del plan de limpieza del poblado y retiraron 1.700 toneladas de desperdicios, solo una parte de lo acumulado tras años de abandono. Pero en cuanto se fueron las máquinas, los chabolistas se apresuraron a acotar el espacio despejado que se destinó, precisamente a almacenamiento de chatarra.
Es una actividad dura que puede ser peligrosa: el año pasado parte de la chatarra acumulada ardió y calcinó tres viviendas. Pero, como señalan los chabolistas, es su modo de vida. l

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