El radar de Alfonso Molina situado en el kilómetro 3,1 de esta vía (en sentido entrada, a la altura de Palavea) detectó 3.723 infracciones el año pasado, según datos suministrados por la DGT a Automovilistas Europeos Asociados (AEA). Es decir, más de diez veces al día un conductor fue sorprendido superando el límite de velocidad de 80 kilómetros por hora, aunque en la mayoría de los casos fuera por poco.
Sin embargo, en 2015 la cifra había sido de 13.995, lo que indica un desplome sorprendente en el número de denuncias. A pesar de todo, sigue estando entre los radares que más sancionan de la provincia, aunque le supera el situado en al avenida de A Pasaxe, en la llamada curva de Servisa, que el año pasado impuso 4.389 multas, lo que significa una media de una docena diarias. El primer dispositivo fue instalado en 2013 y el otro, un año después, a raíz de un trágico accidente en el que murieron atropelladas dos personas al salirse de la vía un vehículo.
En el área metropolitana, el radar que más destaca en el rankings es el situado en kilómetro 83,4 de la AP-9, en Culleredo, que llegó a imponer 6.983 sanciones durante el año pasado, a pesar de estar ubicado en una autopista.
recaudación
Para el presidente de AEA, Mario Arnaldo, a la vista del importante número de denuncias formuladas por exceso de velocidad, la ubicación mayoritaria de los radares en autopistas y autovías y la repetición de los radares más activos, AEA considera que la DGT debería replantearse su política de radares, ya que no se está consiguiendo el objetivo de evitar los excesos de velocidad, ni los accidentes, convirtiendo los radares en meros instrumentos de recaudación.
El subdelegado del Gobierno, Jorge Atán, reconoció que la AC-11 (Alfonso Molina) y la AC-12 (A Pasaxe,) no solo no han visto reducida su siniestralidad, sino que esta ha crecido pasando de 92 a 96 siniestros graves en 2016. Además, Arnaldo señala que “el 80% de las infracciones son leves, frutos del despiste” y no comportamientos temerarios. “Esas imágenes que vemos, las de gente circulando a más de 230 kilómetros por hora, no se corresponden con la realidad, son excepciones. El ciudadano tiene que pagar las tasas, los impuestos, los peajes y ahora, esto”, se lamenta Arnaldo. n