El narcotráfico a pequeña escala crece en el núcleo chabolista de As Rañas

El narcotráfico a pequeña escala crece en el núcleo chabolista de As Rañas
11 febrero 2018 A Coruña.- As Rañas es el último núcleo chabolista coruñés donde reside el narcotráfico

A la espera de que las autoridades adopten alguna clase de medida, el narcotráfico a pequeña escala prospera en el asentamiento de As Rañas. Ya hace años que la venta de estupefacientes, sobre todo de heroína, arraigó en varias de las precarias construcciones que la componen. Fuentes cercanas calculan que por lo menos hay tres personas que se dedican al menudeo en las casas, aprovechando su apartada situación, lejos de miradas indiscretas. Durante el anterior mandato, la atención se centró en el poblado de A Pasaxe, de mayor tamaño, y no trascendió ninguna iniciativa para luchar contra esta lacra.

Expertos en la cuestión temen que el ejemplo se contagie a las otras familias, con las que mantienen fuertes lazos de parentesco. El beneficio de la venta de drogas se deja notar, “y si tú te estás partiendo la espalda trabajando en la chatarra y ves que el vecino está ganando mucho más dinero que tú...”. Estas mismas fuentes apuntan a que el Gobierno de la Marea Atlántica se había puesto en contacto con la Subdelegación del Gobierno para llamar su atención sobre este problema, sin que por el momento haya trascendido ninguna medida al respecto. 

Sí se sabe que, por lo menos en una ocasión, uno de los habitantes de As Rañas fue detenido fuera del poblado cuando transportaba droga, pero nunca se ha intervenido dentro del asentamiento. Quizá porque nunca ha alcanzado la notoriedad y la problemática de Penamoa, el núcleo chabolista que hace siete años desapareció ante la presión urbanística generada por la Tercera Ronda. 

Vulnerabilidad social 
Mientras tanto, el asentamiento de As Rañas no deja de crecer y en diez años el censo pasó de 19 familias a 25, todas ellas descendientes de dos patriarcas, María Borja Gabarri y Juan Antonio Gabarri Montoya. Según el informe del equipo de Hábitat Digno, se hallan en una situación de “extrema vulnerabilidade social”. Este equipo fue creado por el Gobierno de la Marea Atlántica para combatir el problema de chabolismo, considerado una prioridad por el Gobierno local, pero en él no se menciona la presencia de drogas, lo que apunta a que aparecieron durante el pasado mandato. 
En el documento se señala que las mujeres se dedican a la venta ambulante y los hombres, a la recogida de chatarra. Y así es todavía a día de hoy, por lo menos en su mayoría. 

Sin intervenciones 
Si el Ayuntamiento no ha realizado ninguna actuación decidida sobre este problema, la Policía Nacional tampoco se ha mostrado muy activa. Un agente experto en la lucha contra la droga, explica que investigar la actividad en un poblado chabolista siempre supone un reto aún mayor que investigar el menudeo en otro punto de la ciudad. La razón es que, aunque solo sean unos pocos los que trafiquen, todo el poblado cierra filas en torno a ellos. 

Otro obstáculo para llevar a cabo una redada contra  un asentamiento es que primero hay que demostrar que existe tráfico de drogas y que este, además, es “de notoria importancia”, como se suele alegar en las sentencias judiciales. Además, es necesario interceptar la droga antes de que entre porque una vez dentro, resulta mucho más difícil: “Intentas hacer un registro y resulta que las casas no tienen número”. Y si lo tienen, en cuanto ven a los agentes entrar, los sospechosos los cambian, lo que implicaría que hay que solicitar otra orden.

Pero eso no quiere decir que no sea posible. En los últimos tiempos, la Policía Nacional ha realizado dos grandes redadas, en puntos de venta gestionados por sospechosos de etnia gitana. 

Grandes redadas
La última intervención de este tipo se llevó a cabo el 20 de noviembre del año pasado, en las ruinosas viviendas de San José. Se detuvo a nueve personas pero solo apenas 20 gramos de heroína y otros 20 de cocaína. Fue la primera actuación en San José en seis años. 

Pero la gran operación antidroga de 2018 se llevó a cabo en las viviendas sociales de Orillamar el 22 de junio: 30 personas detenidas incluido el matrimonio que dirigía el clan, siete kilos de hachís, dos kilos y medio de cocaína y otro de heroína.

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