Un grafitero desafía en solitario al Gobierno local y sigue con sus pintadas

Un grafitero desafía en solitario al Gobierno local y sigue con sus pintadas
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Uno de los principales problemas de imagen al que tiene que enfrentarse el Gobierno local es la sensación de suciedad invade A Coruña, que se ha apoderado de la opinión pública.
La basura vuelve a recogerse puntualmente, pero no ayuda el hecho de que las paredes se llenen de pintadas. Ayer, el alcalde, Xulio Ferreiro, fue interrogado sobre ello en el transcurso de un encuentro con alumnos de la Facultad de Derecho, su alma mater, y confesó que los grafitis más recientes son obra de un solo artista callejero o vándalo, según las opiniones: “Tentamos falar con él, pero é reincidente e puxemos unha denuncia ante a Fiscalía”.


El Ayuntamiento lleva tiempo trabajando en el problema de los grafitis, intentando encontrar una alternativa, y sabe a ciencia cierta que en toda la ciudad hay entre diez y quince grafiteros, “que son responsables de todas as pintadas da cidade”, según explicó Ferreiro a su joven audiencia. Como el regidor emplea siempre el lenguaje inclusivo, dijo “grafiteiros y grafiteiras” para luego corregirse, porque resulta que todos estos supuestos vándalos son de sexo masculino.  


Durante el año pasado, la Patrulla Verde (la sección medioambiental de la Policía Local) llevó a cabo investigaciones para identificar a los autores de las pintadas, recurriendo a la ayuda de criminólogos y realizó algunos descubrimientos, como que a tres de estos grafiteros se les atribuyen cerca de 500 pintadas por cabeza. En muchos casos, el daño que realizaban era bastante grave, porque no discriminan el edificio que escogen como murales, y algunos de ellos tienen un alto valor patrimonial (el caso más famoso, fue la Colegiata, dañada hace un par de años). Incluso los contenedores de recogida de ropa eran blanco de sus esprais.


Así que el Ayuntamiento los localizó y les presionó. O, como la concejala de Medio Ambiente, María García, lo expresó en su momento, se trató de “desincentivar” ese comportamiento, amenazándoles con fuertes multas (lo cual es más fácil si se trata de un edificio público, porque entonces el Ayuntamiento puede actuar sin denuncia) o, alternativamente, con que se encargaran de la limpieza de las pintadas. Con todos ellos, el Ayuntamiento consiguió llegar a “algún tipo de acordo”. Excepto, claro, con este individuo, que se mantiene en sus trece.  


Imagen de la ciudad 
La denuncia que se dirigió a la Fiscalía, la tramitó la Concejalía de Medio Ambiente, que es la responsable de la limpieza de la ciudad, tema que sigue siendo muy candente a día de hoy. Ferreiro defendió ayer su labor asegurando que habían hecho encuestas de opinión y que los turistas situaban la limpieza de las calles en un nueve, mientras que los propios coruñeses no le dan más de un seis. El alcalde quiso contemporizar y señaló que, probablemente, “estaría máis preto dun sete ou un oito”. Para Ferreiro es incluso positivo que se hable de este tema: “Se se fala tanto é porque non hay problemas mais graves”. 


Eso no quiere decir que no se estén tomando medidas para combatir las pintadas. Una forma de mejorar la imagen de la ciudad y al mismo tiempo, evitar la proliferación de pintadas, es el proyecto Ruarte. García lo presentó en octubre y consiste en mejorar el aspecto de siete espacios de la ciudad que se hallaban bastante degradados: el depósito de agua de Monte Alto, el muro de la finca de los Mariño junto a la plaza del Matadero, el viaducto de la calle Costa Rica, el parque de San Diego, los baños de la plaza de A Cubela o el parque de Eirís. El Gobierno local invirtió en esta medida 60.000 euros.

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