“Cuando escribo, necesito ponerme un reto. No me interesa ser bufón de la corte”

“Cuando escribo, necesito ponerme un reto. No me interesa ser bufón de la corte”
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Pedro Ramos le pone pajarita a las 20.00 horas a su nueva novela “Todo es mentira. La vida fácil de Bernard Madoff” (Editorial Trifolium) en una feria del libro donde habrá sorpresa dulce porque como en la cocina, el volumen pide un toque de contraste. A una historia que habla de farsa. De una generación a la que le dijeron “estudia” y que hizo los deberes. Pero a la que no le dijeron la segunda parte del cuento. La que hoy relata a través de la voz de un millonario estafado por otro llamado Madoff.
Su verdugo es un joven experto en vender mentiras como chicles y que termina probando de su propia medicina. Hartándose del mundo, se encierra en una casa y pulsa el botón “on” de su cámara para grabar un videoblog. A partir de este punto, comienza la novela. Que para Ramos es un juego porque “cuando escribo, necesito ponerme un reto. No me interesa ser bufón de la corte”.
En un país que se amasa con plastilina, él le ofrece literatura a cuatro bandas. Para ello, encuentra en el formato videoblog la solución que le da barra libre a un formato postmoderno que, al contrario que la mayoría, “tiene una estructura coherente. Yo quería que la historia evolucionase, aunque tuviera muchos frentes a cubrir”. Entonces el diario hablado le da pie al personaje a contar las lindezas de Bernard Madoff, a reflexionar sobre la sociedad y su memoria y a verter lecturas y canciones que forman parte de su vida como su abuela.
De esta forma, el lector se enrosca en estribillos de Extremoduro y recuerda a Panero o a Cortázar en fragmentos que están impresos en otra tipografía. Para meterse de lleno en la biografía del joven arruinado, al que Pedro alimenta de recuerdos: “El personaje se apropia de ellos”.
Alimentándolo, la voz engorda como un capón de Vilalba. Habla tanto de China como “de una novia que le acaba dejando” y un reality show con africanos que van en patera. De fondo, está el amor. Que siempre está presente en los libros de Pedro Ramos. En este caso, el desengaño que sufre la voz es un homenaje a “La dama del perrito” de Chejov, que también se llama Ana, pero que es modelo de manos y lo abandona por otro. Y en definitiva, su marcha es lo que más le fastidia al protagonista. Mucho más que los números rojos.
Así que una vez que el pollo está listo para meter en el horno, se produce algo inesperado. La voz se revela contra el propio escritor. En un duelo final de 30 páginas que terminan por quitarle la máscara a la generación que representa. Con dos caretas de Maruja Mallo en la portada, “Todo es mentira” ve la luz después de seis años metido en el cajón: “Para mí fue un juego, quería experimentar con esta forma de escribir”. Pedro Ramos advierte al final de la partida que el entretenimiento se vende en otra ventanilla: “Eche o que hai”, concluye. n

“Cuando escribo, necesito ponerme un reto. No me interesa ser bufón de la corte”

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