Estamos acostumbrados a que nuestro querido clima atlántico nos evite derretirnos cuando Lorenzo aprieta en demasía. Tanto es así, que estos tres días de temperaturas en torno a los 29 grados han sido la primera ola de calor en casi 20 años. Y claro, salvo los que pudieron ir a la playa, el resto no sabía dónde meterse. Hasta nuestros amigos neerlandeses se han preocupado por nosotros.