Entre las obras de San Francisco, las obras de la calle de la Iglesia —solapadas una encima de otra—, la falta de aparcamiento, la ausencia de una señalización lógica, las fiestas, las no fiestas y la nula regulación del estacionamiento, Ferrol Vello es un caos. La parte más noble de la ciudad, que debería ser la más cuidada, resulta escasamente atractiva. Los 25 hosteleros que se han unido para tratar de conseguir algún avance se hacen cruces con lo que tienen que lidiar a diario. No estaría de más que alguien les escuchase con la atención y el respeto que se merecen.