“Trens turísticos. Tourist Trains. Galicia”. Estas son las palabras que leen los usuarios al subir a bordo del tren de Renfe que comunica A Coruña-Ferrol. Sin ser la intención de este eslogan publicitario colocado en las puertas del convoy, es todo un aviso de lo que ocurre a bordo.
En un viaje realizado este pasado viernes a las 12.40 horas con salida desde la urbe herculina, visitantes llegados desde distintos lugares de España y también desde el extranjero son los que abundan en este ferrocarril, en el que es difícil encontrar a residentes locales a pesar de registrarse una inusitada alta ocupación. Al menos es lo que suele ocurrir durante el verano, porque los vagones suelen ir muy vacíos durante el resto del año.
María Ruiz es una de ellas. Vive en el Puerto de Santa María, en la provincia de Cádiz, y llegó a Galicia esta semana. Ha venido a presenciar la jura de bandera de su nieto en Marín (Pontevedra). Antes, aprovecha para pasar “unos días en Ferrol” para visitar a unas “amigas”, según relata. Esta mujer se ha decantado por el tren porque lo prefiere al bus.
Unos asientos más atrás, se encuentra Paula Renda, que explica que viaja desde Vilanova de Arousa (Pontevedra) porque ha quedado con unas amigas. Ha tenido que realizar un trasbordo en A Coruña para poder continuar su desplazamiento en dirección a Ferrol. Asegura que los “horarios” le “coincidían bien” y optó por el tren.
Otro caso similar es el de Pablo Alveán, que parte de Pontevedra y su destino es Pontedeume. En su caso, relata que este medio de transporte es “más cómodo”.
Los turistas son mayoría a bordo. Es el caso de Allan, que confiesa que es su “primera vez” en este ferrocarril. En este tren se puede disfrutar del bonito paisaje que conforman las rías de O Burgo, el embalse de Cecebre, Betanzos, el río Eume y el puerto de Ferrol.
Miguel Miguel (nombre que figura así en su DNI) es un ferrolano que trabaja en Madrid y que regresa a su tierra natal. Detalla que utiliza este servicio con “muchísima frecuencia” porque prefiere el tren al ser “más cómodo”. También hace referencia a la supresión del Alvia que llegaba a Ferrol hasta principios de junio. Ahora está obligado a hacer un trasbordo en A Coruña. “Lo echo muchísimo de menos”, confiesa.
En el recorrido de vuelta, a las 14.15 horas con salida desde Ferrol, el aspecto del tren ya se parece mucho más al que suele presentar habitualmente. Tiene capacidad para cerca de un centenar de pasajeros y apenas hay dos decenas, entre los que hay trabajadores que regresan a su casa, algún turista y estudiantes. De hecho, solo el ruido del convoy, la megafonía y el sonido de unas ramas que golpean el tren en Barallobre interrumpen el silencio que impera a bordo.
El mayor hándicap que presenta el viaje en ferrocarril entre A Coruña y Ferrol, dos ciudades separadas por 50 kilómetros, es la duración. El desplazamiento de ida se realiza en un total de una hora y 26 minutos, mientras que la vuelta dura una hora y cuarto.
Hay que tener en cuenta que el autobús tarda entre 40 y 50 minutos, lo que le da una gran ventaja.
El trayecto por vía férrea se alarga especialmente porque todos los trenes deben ir a la estación de Betanzos-Infesta, donde se debe realizar una inversión del sentido de la marcha. El maquinista tarda unos cuatro o cinco minutos en completar la maniobra.
Otro problema que presenta esta infraestructura es que es de vía única, es decir, no pueden circular dos trenes al mismo tiempo, lo que retrasa el viaje. Este pasado viernes, el convoy llegó a la estación de O Burgo-Santiago y tuvo que esperar a que pasase un tren de mercancías cargado de madera.