Calidad vocal y humana. Eso es lo que ha transmitido Valeria Castro desde que ha puesto un pie en el escenario del Palacio de la Ópera.

La palmera comenzó entonando 'La soledad' para presentar su segundo álbum "El cuerpo después de todo", una oda a su 'yo' más personal.

"Boas noites, A Coruña. Eu son Valeria Castro e estou moi contenta de estar con vos esta noite", expresó la artista tras cantar sus dos primeros temas. Y como no podía ser de otra manera, arrancó los aplausos de un público que se entregó desde el primer acorde. Unas palmadas que serían una constante, canción tras canción, porque la conexión con los asistentes fue mágica.

Durante la hora y media que duró el concierto explicó, poco a poco, lo que significa cada una de las canciones que componen este nuevo disco.

Puro sentimiento. Eso es lo que trae en estas nuevas letras. "Es muy bonito poder abrirse en canal y compartirlo con ustedes. Este disco son heridas abiertas", dijo la cantante en A Coruña.

Ella, orgullosa de su tierra, de la tradición y de Galicia. No dudó en agradecer en todo momento la unión que tiene con las tierras del noroeste de la península, de donde ha aprendido de las pandereteiras su arte y la ha adaptado a su música mediante el pandeiro cuadrado. 

Sobre el escenario no podía falta su himno a Galicia, ese que compuso con las Tanxugueiras: 'Hoxe, mañá e sempre'. Un canto a los recuerdos y a la ausencia materna; una temática muy importante para ella, su historia se cuenta "en femenino".

Con orgullo alza su voz ante las injusticias y homenajea a su madre y abuela, a las que les dedica 'Guerrera', un himno que sabe que mucha gente ya ha convertido en banda sonora de sus vidas. Algo que tiene mucho que ver con cuidar 'La Raíz', con pensar en una misma y estar con tu gente.

Las canciones se sucedían y el final se veía cerca. Tras cantar a capela y dejar al público atónito, llegó el momento de fiesta y celebración. "Quien quiera que se levante y baile" dijo mientras empezaba a cantar 'Sentimentalmente'. Y los asistentes respondieron de la mejor de las maneras: cantando y siguiendo el ritmo para despedir a la palmera.