A Coruña revive el pasado. Aunque para muchos está pando desapercibido, este día es el 16 aniversario de la Torre de Hércules como Patrimonio de la Humanidad. O más bien, su XVI aniversario, puesto que tres asociaciones recreacionistas de la antigua Roma se han acercado por la zona para montar sus tiendas y campamentos e ilustrar a todo el que se acercaba sobre los entresijos de esta antigua civilización de la que desciende la española y que levantó la torre en su día, hace ya casi 2.000 años.
El magíster enseña cómo aprendían latín y griego
Entre las tiendas hay una escuela romana, donde un auténtico catedrático de Latín y Griego explica a los curiosos como se aprendían las lenguas clásicas, tanto en tablilla como en papiro. Al otro lado, una caupona: la versión romana del puesto de comida rápida, donde comía la gente que vivía en las abarrotadas insulas o bloques de viviendas. Allí se ofrece una degustación gratuita tanto de tres cases de vino (mulsum incluido) y de comida, aunque no el auténtico garum, al salsa de pescado fermentada que los romanos echaban en todo.
Galaecia Viva se dedica fundamentalmente a la recreación de aspectos civiles, como explica su presidente, Adrián Rodríoguez, más conocido hoy como Lucio Cornelio Dolavela. Se dedican a realizar reproducciones de juegos antiguos, y también al combate de gladiadores, de la que realizarán una demostración por la tarde. Todos aquellos que quieran gritar ¡Iugula! (el tradicional grito con los espectadores exigían la muerte del gladiador) está invitado a pasarse.
Pero también participaban en el evento dos asociaciones más, centradas en el aspecto militar: Invicta, un grupo de Lugo, y The Royal Green Jackets, que, aunque son más conocidos por sus recreaciones de la guerra napoleónica, no se echaron atrás a la hora de enfundarse la lorica segmentata (la armadura legionaria) y soportar el calor, así como la subida a la Torre.
Manuel Arenas, presidente de The Royal Green Jackets, explicó que pasaron la mañana haciendo photocall con el público y haciendo rondas legionarias. “La gente le sorprende y lo agradece muchisimo”, explica Arenas. También tenían un pequeño castrexo, Iván Varela: “Me gusta estar aquí con mis amigos y subir a la Torre”, comentaba el pequeño. También esta asociación ofrece una escuela de pequeños legionarios a las seis de la tarde y a las ocho.