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viernes | 19 abril | 2024
Quiere ser el primer diagnosticado de asperger en dar la vuelta alrededor del mundo en solitario en su propia embarcación y, en el marco de una odisea que se alargará “unos dos años y medio”, atracó en los muelles de Oza. El alemán Johannes Li, que permanecerá dos semanas en la ciudad, pretende dar visibilidad al trastorno que él mismo sufre y animar a la amplia comunidad TEA (Trastorno del Espectro Autista) a perseguir sus sueños pues, precisamente para hacer realidad uno de ellos, “estoy aquí, en A Coruña”.
“La travesía ha sido perfecta, pues tanto el mar como el viento han sido extraordinarios”, apuntó el regatista a su llegada a Oza, donde lo recibieron la gerente de Asperga (Asociación Gallega de Asperger), Marisol García Penalta, por varios usuarios de esta organización y de la Federación Autismo Galicia.
Allí, en declaraciones a este diario, se mostró ilusionado y convencido de que hará “nuevos amigos” en la capital coruñesa, donde realizará distintas acciones para dar a conocer el síndrome de Asperger y el TEA. De ahí que Asperga se ocupe de darle soporte en A Coruña. Además, de la cesión del amarre, sin coste alguno, se encarga el Club Marítimo de Oza El Puntal.
En los próximos días, se reunirá con representantes de distintas instituciones públicas, organizaciones sociales y con otros chicos con autismo para concienciarles sobre sus propias capacidades, que son muchas, y enseñarles que “ponerse metas vale a pena”, que no deben tener miedo y que el autismo puede ser un regalo que “deben aceptar y aprovechar”, apunta Johannes Li.
En su empeño por alcanzar su objetivo, que es dar la vuelta al mundo, el deportista trata de encontrar patrocinadores que le apoyen en este proyecto t una aportación económica que le permitiría cambiar de embarcación y viajar con mayor seguridad que en el barco que él mismo restauró, el ‘Parva Navis’. Un Nantucket Clipper 32 de 1965.
A Johannes Li le diagnosticaron autismo cuando tenía solo 10 años y con 11, en Grömitz, durante unas vacaciones organizadas por el orfanato donde creció, aprendió a navegar. Con menos de veinte afronta la travesía con “mucho respeto hacia las fuerzas de la naturaleza, pero sin miedo”.
