Reportaje | El puente que por fin los vecinos de Elviña pueden cruzar

Reportaje | El puente que por fin  los vecinos de Elviña pueden cruzar
Pilar Santiago y Dolores Rey sostienen una pancarta como la que han ondeado estos años | Quintana

El puente de Alfonso Molina frente a San Vicente de Elviña acogió ayer, por última vez quizá, una concentración de los vecinos de este núcleo periurbano, los mismos que durante doce años se mantuvieron impertérritos cada viernes a las tres de la tarde, colgando de la barandilla sus pancartas donde exigían que les devolvieran sus viviendas, afectadas por el Parque Ofimático. Se trata de la más larga protesta de la que haya sido testigo de la ciudad y que ha culminado con un acuerdo con el Ayuntamiento. No les desafectarán como exigían, pero cambiarán las parcelas que les correspondían por las que ocupan sus viviendas. De esta manera, las últimas tres familias del Ofimático han conseguido salvar  sus hogares. 


Los afectados se reunieron con los activistas que les estuvieron apoyando durante estos años para agradecerles todo su esfuerzo y para recordar tantas jornadas pasadas entre esas barandillas, con el tráfico de Alfonso Molina discurriendo bajo sus pies, y viendo como año a año crecían los edificios en el polígono que amenazaba con arrebatarles sus hogares. Estos se encontraban en la margen derecha, pero el plan preveía construir allí equipamientos públicos. 
 

Pilar Santiago, cuyo marido ha fallecido recientemente, reconoció tener sentimientos encontrados. “Non era o que pedíamos nun principio, pero logo de todo este tempo, os folgos que fumos perdendo.... Faltan compañeiros, que se foron quedando polo camiño”.  Los afectados reconocen que el acuerdo alcanzado con el Gobierno de Inés Rey se asienta en unas bases puestas por la Marea Atlántica que, aunque no respondió a tantas ilusiones como les había suscitado, sí buscó una solución. “O estudamos e nos pareceu ben, pero só nos fiamos a raíz de facerse público”, dicen. 
 

“Levamos casi doce anos aquí na ponte. Agora nos vamos a quedar un tempo, a ver qué pasa, que non quede esto non simple acordo,”, añadió Dolores Rey, que asegura que nunca se plantearon abandonar. “Sabíamos o que tiñamos que facer, que era o xusto: as nosas vivendas podían permanecer no ámbito”. Sin embargo, iban mermando las fuerzas, a medida que se iban tirando las casas. “Eramos moitísimos, todos os da marxe esquerda e faltan compañeiros, como Álvaro Coral (desalojado en 2014)”, recuerda Rey que repite: “Foi unha loita pola diginidade, non fixemos nada”. l 

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