Reportaje | Nochevieja da la bienvenida a los novatos de la generación 2004

Reportaje | Nochevieja da la bienvenida a los novatos de la generación 2004
Alejandro y Alfonso Álvarez, padre e hijo, vivirán un Fin de Año distinto, pero con un mismo objetivo | Quintana

Lejos de la aristocracia y la alta sociedad de las series de época, la puesta de largo en la vida real la representa para muchos jóvenes la primera salida en Fin de Año, algo que parece marcar por igual a unos padres que asumen el abandono de la adolescencia de sus vástagos y a aquellos que estrenan generalmente el traje de gala. La primera Nochevieja libre de restricciones desde 2019 será la primera salida ajustada a la legalidad para los nacidos en 2004, pero también para la generación de 2003 y 2002, víctimas de las medidas preventivas de la pandemia. 


Alfonso Álvarez Breijo, próximo a cumplir los 50, tiene asumido que su hijo Alejandro será uno de los debutantes de la noche del 31. El pasado mes de octubre cumplió los 18, y para el progenitor se abre todo un mundo de derechos a disfrutar por el joven. “Mientras fue menor de edad tuvo horarios como todos, pero ahora es responsable de sus actos”, advierte. 


Buena parte de los coetáneos de Álex esperan disfrutar de los privilegios de la recién estrenada mayoría de edad. Sin embargo, y a pesar de su corta experiencia en el ocio nocturno, el joven se muestra más prudente que buena parte de sus colegas a la hora de planificar la noche. “Muchos adolescentes van a las discotecas por presión social, pero luego realmente toman algo con nosotros en un bar y lo pasan mucho mejor”, afirma. “A mi grupo de amigos y a mí no nos apetecía ir a una, ni gastarnos 60 euros en la entrada, más limpiar el traje y los taxis, así que iremos de ruta de bares”, añade el estudiante de Primero de Derecho, que recientemente sí participó en una macrofiesta de Fin de Año universitario y que celebró su mayoría de edad con una frecuencia de dos salidas nocturnas por semana.


Alfonso, que recuerda cómo vivió a lo grande su primer año en Punto 3, intuye menos ganas de fiesta en las generaciones actuales y cree que buena parte de la culpa la tiene el precio de la misma. “Quedarse un sábado con 18 años en casa era un trauma y lo normal era bajar dos veces por semana”, recuerda. “Ahora no veo tantas ganas, pero es que entonces con 12 euros, 2.000 pesetas, echabas gasolina, tomabas copas, cenabas y volvías con dinero en el bolsillo”, agrega. Muy distintas son las cuentas de  su hijo. “Sé que voy a beber whisky en la cena, así que en bebida gastaré 20 o 25 euros y a mayores están los taxis”, dice el joven, que se considera más ahorrador que la media y administra el dinero que le da su familia. 

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