Reportaje | La noche coruñesa se mezcla y se agita al ritmo de sus coctelerías

Reportaje | La noche coruñesa se mezcla y se agita al ritmo de sus coctelerías
La presentación es fundamental en locales como Cotton Club o Clover | Pedro Puig

A ritmo de jazz en el American Bar del londinense hotel Savoy, en un speakeasy durante la ley seca de Al Capone y Los Intocables o a la par de Bond, evidentemente sin agitar. Los cócteles eran hasta no hace mucho la proyección fantasiosa y en pantalla grande de las bebidas de un momento, de una secuencia o de un personaje que se vinculaba de forma ineludible a su mezcla predilecta. Incluso la reina María Tudor amadrinó sin quererlo una variante con su apodo de ‘Bloody Mary’. Sin embargo, los combinados de diseño, desde la carta más clásica a la presentación más vanguardista, se han instalado para convertirse en un must también en el ocio nocturno coruñés. 


El pueblo llano se ha apropiado del cóctel sin que éste haya perdido un ápice de distinción, pese a viajar de las barras más selectas de las capitales mundiales a prácticamente cualquier establecimiento con voluntad de negocio y ofrecer algo más que copas. Si se toma como referencia la pandemia son varios los establecimientos que han nacido al amparo de la fórmula anglosajona y que se alejan de la nomenclatura de pub o bar de copas para presentarse como cocktail bar. 

 

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La bartender de Dúbidas, en la calle de la Franja, prepara un cóctel | Pedro Puig

 


Juego de palabras 
Mary Martínez retuerce el doble sentido desde su pionero Dry Martínez, inaugurado en julio de 2020 en Matogrande. Un siglo después de la ley seca los tiempos eran igual de duros para la destilación, pero tras dos años y medio la familia ha crecido y tanto el Cotton Club, en Comandante Fontantes, como Clover Club, en calle de la Fama, viven prácticamente de la mezcla. “Llevamos un tiempo con el tema del cóctel en alza; el Dry ya fue una revolución por los vasos en los que servimos, en un momento en el que la gente era reacia a la coctelería”, advierte la hostelera. Y es que en el repertorio no solamente resulta minucioso el contenido, sino también el continente: figuras de porcelana, cofres y toda la ornamentación que convierta la degustación en una experiencia. “En Madrid o Barcelona la coctelería está muy demandada, porque hay mucho turista, pero aquí costó”, reconoce. 


También muy cerca de María Pita, en el número 3 de la calle de la Franja, se instaló el pasado mes de julio el Dúbidas, acompañado del reclamo ‘tragos feitos a man’. Al contrario de lo que indica su nombre, Jose Gabriel Méndez tuvo muy claro por dónde debía pasar la línea de negocio. “Es un negocio en expansión y muy bonito, por eso nos decidimos”, subraya el responsable de un negocio que define así: “Una carta de autor, muy elaborada y que sirve para trabajar con varias embajadas. Antiguamente se trabajaba la copa bien elaborada y en nuestro caso el gusto, el olor y la buena preparación son un plus, sobre todo con el producto natural”. 


De poco o nada servirían los buenos propósitos sin la figura clave en la elaboración: un bartender profesional. Y la escasa tradición o antecedentes en la ciudad supusieron otro reto para la cuadratura del círculo. “El mercado es un poco limitado, aunque a veces es suficiente con la voluntad, porque nosotros le damos la formación. Es un proceso que tarda hasta que puedes dejarlo solo, por así decirlo”, matiza Martínez, en una línea muy parecida a la de su colega de Dúbidas. “Encontrar profesionales es difícil, porque o los importas o los formas tú, y el coste es mucho más alto, tiene un precio y una formación dura”, señala Méndez. 


Al igual que sucede en restauración, el cóctel de materia prima, tiempo de elaboración y dedicación repercute en un precio que acostumbra a elevarse por encima del de una copa, entre los 8 y los 10 o 12 euros, aunque ambos dejan claro que nadie se quejan y pocos se quedan en solo una ronda. Eso sí, sobre el perfil de público tanto Mary como Jose dibujan un target semejante. “En todos nuestros locales diría que es gente de entre 35 a más de 60 años y es fácil encontrarte una mesa de señoras que se pasan la tarde a mojitos”, advierte la responsable de las tres coctelerías. “Y muchas veces llevan más alcohol que una copa; entran mucho más fácil y solamente con la base mas los licores añadidos...”, bromea.


De Copacabana al Nirvana 
También de reciente creación, en el número 11 de la calle de los Olmos reivindica su papel en el panorama del cóctel Nirvana, al frente del cual el argentino Franco Lucero ofrece producto artesano en un ambiente relajado. 


Además, buena parte de establecimientos clásicos como el remozado Copacabana o el referencial Astoria también hace de la carta de combinados otro de sus reclamos. Próximamente, el Cine París inaugurará un speakeasy clásico, uno de los diez que hay en toda España, al que solo se podrá acceder con contraseña.
Y es que hay consumiciones para las que dan ganas de ponerse el smoking, pedir a Sinatra y sentarse a ver el tiempo pasar desde la elegancia. 
 

Reportaje | La noche coruñesa se mezcla y se agita al ritmo de sus coctelerías

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