Reportaje | A los artesanos tampoco los fabrican como antes

Los trabajos del histórico inmueble entran en su tercera y última fase
Reportaje | A los artesanos tampoco los fabrican como antes
Roberto López, durante las labores para realizar el terrazo

En un mundo automatizado, el conocimiento del trabajo manual se pierde, pero rara vez se echa de menos. Una de estas raras ocasiones surge cuando hay que rehabilitar una obra antigua, como en A Coruña. Entonces los responsables descubren cuánto conocimiento se ha perdido, como las manos nuevas parecen más torpes que las viejas, incapaces de reproducir las obras que antes se hacían no con máquinas, sino con tiempo y técnica y uno se llena de un renovado respeto por sus mayores. Esto ocurre en la Casa Veeduría, del siglo XVIII, que afronta la tercera fase de su rehabilitación, la de su carpintería.  


Sobre eso charlaron los responsables de la obra con sus visitas de ayer: la alcaldesa, Inés Rey; el portavoz del Gobierno local, José Manuel Lage Tuñas, y el concejal de Urbanismo, Francisco Díaz Gallego. El edificio se levanta en el corazón de la Ciudad Vieja y lleva en obras desde octubre de 2022. Se trata de una rehabilitación compleja, a la que todavía le queda mucho trabajo, y que va retrasada sobre su calendario inicial pero que por fin encara su fase final. 

 

Son 2,8 millones los que se invierten en este edificio y que tienen como objetivo ampliar el centro cívico de la Ciudad Vieja con un auditorio, una sala de exposiciones, un centro de día y una zona de juegos, así como un espacio reservado para un vivero de empresas. Las obras, que se han llevado a cabo en tres fases, finalizarán este año, prometió Rey. 
 

Primero hubo que demoler una gran parte de la obra vieja, incluido los tabiques para ganar espacio, y luego la instalación eléctrica, así que ahora se encuentran en la última y tercera fase, la restauración de la carpintería. La escalera institucional vuelve a conectar el primer piso con la planta baja y para llegar al segundo piso, se remodela la escalera de servicio que comunicará todo el edificio, desde el sótano a la primera planta. Se trata de restaurar al máximo el  inmueble y recuperar espacios para la ciudadanía. Un trabajo muy laborioso. Sobre todo, por la falta de personal cualificado.
 

No como antaño 

“Si quieres albañiles, no tienes ya. Ni albañiles, ni encofradores, ni canteros No  hay profesionales”, se lamenta Jesús Brandón, encargado de la obra. Por ejemplo, el terrazo, esa piedra artificial que antaño se usaba tanto. Ahora, en el primer piso, un hombre mide con láser las dimensiones de cada cuadrado, para rellenarla con extremo cuidado. Es Roberto López, uno de los pocos artesanos que dominan esta técnica. 

 

Poder contar con él para esta obra, reconocen, ha sido una suerte. Brandón menea la cabeza: “Cuando yo empecé, tenía 14 años. En casa me dijeron: ‘O trabajar o estudiar’. Quise trabajar y  empecé. Aprendes en obra, que es como se hace, pero ahora no encuentras a nadie”. Por ejemplo, ahora que llega el momento de restaurar la carpintería. “Montar muebles los monta cualquiera, pero rehabilitar la carpintería de exteriores, no. Se consigue hacer una obra como esta, pero con mucha dificultad”. 
 

Uno de los pocos lugares donde subsiste el oficio artesanal es, paradójicamente, Inditex. La multinacional de la moda siempre lleva consigo operarios gallegos para sus montajes, vaya a donde vaya y eso ha permitido crear en el gigante textil un espacio donde aún se practican los oficios de siempre. 

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