La primera calle coruñesa que tuvo semáforos los pierde para siempre

La remodelación de los Cantones pone fin a los discos de colores en la avenida de la Marina, donde operaban desde 1956
La primera calle coruñesa que tuvo semáforos los pierde para siempre
El final de la avenida de la Marina, ya sin semáforos | Javier Alborés

Los coruñeses que desde hace unos días cruzan por la avenida de la Marina desde Mango hacia el Copacabana se encuentran con un paisaje muy cambiado. Hay vallas y hay pasos de cebra amarillos, entre otros elementos que indican que se está realizando una obra. Pero esto, siendo excepcional, no es lo más extraño. Lo raro es que se han retirado los semáforos que había en la zona, elementos a los que la ciudadanía está muy acostumbrada. En concreto, desde 1956. Por ello se les añora, y más que se les echará de menos porque, una vez comprobada la ausencia, consultamos al Ayuntamiento si se han ido para no volver. Y la respuesta es sí. Y esto es un titular: tras casi 69 años operando de forma ininterrumpida, la primera calle coruñesa que tuvo semáforos los pierde para siempre


El Obelisco fue ampliado en 1951 por orden de Alfonso Molina  porque se había quedado pequeño ante el crecimiento de los edificios del Cantón Grande, que se querían equiparar al Banco Pastor y al Cine Avenida. En esa Coruña de los años 50 que miraba hacia arriba, y que se estaba desplegando también en lo económico tras la extensa posguerra, apareció un nuevo elemento de modernidad, insólito hasta entonces en la ciudad de cristal: un semáforo.
 

A Coruña no fue precisamente pionera en la instalación de señales luminosas para regular el tráfico. El primer semáforo eléctrico del mundo se instaló en Cleveland (Ohio) en 1914. El primero automático, con las luces rojas y verdes, fue patentado por William Ghiglieri en San Francisco en 1917. En cuanto a España, el semáforo llegó en 1926, en concreto a Madrid.

 

Foto del semáforo entre el Sporting Club Casino y el Copacabana @ Patricia G. Fraga
Foto del semáforo entre el Sporting Club Casino y el Copacabana, el pasado septiembre |  Patricia G. Fraga


 

En la ciudad herculina se estrenaron el 14 de noviembre de 1956. Aquel semáforo era mucho más llamativo que los de hoy, pintado en colores blanco y rojo para que los protagonistas del tráfico, ya fuera rodado o peatonal, se acostumbraran a su presencia que, por entonces, era exótica. 
 

Con motivo de su estreno, los diarios alertaban a los viandantes y a los conductores de que tuvieran 

precaución con las señales de “vía libre”, “cuidado” y “cerrado el paso”, lo que poco después se traduciría en el simple “rojo, amarillo y verde”.

 

Triunfo inmediato

Visto el éxito de este primer semáforo, el Ayuntamiento rápidamente tomó la decisión de instalar otros diez, en ese entorno: se colocaron cuatro en la plaza de Mina, otros tantos en la plaza de Ourense y dos delante del Banco Pastor, con lo que tres de los puntos urbanos de mayor circulación quedaban así debidamente controlados.
 

Con los años, los semáforos de la zona han pasado por muchos estados: se eliminaron los discos y se añadieron figuras humanas que simulaban los peatones, sonidos para ayudar a las personas con deficiencias visuales y cronómetro para calcular el tiempo que queda. Ha habido varios modelos. Y del poste inicial se pasó a los tres que había hasta hace nada. Ahora han desaparecido todos, y para siempre: “No volverán. En esa zona se mantendrá el paso de peatones, pero, como apenas pasarán coches, no irá regulado por semáforo. Se acabó el esperar para cruzar”, apuntan desde el Ayuntamiento.

La primera calle coruñesa que tuvo semáforos los pierde para siempre

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