El peligro que supone arrojarse desde el mirador de San Amaro, por muy real que sea, nunca ha desanimado a los más jóvenes. Los niños consideran especialmente divertido saltar desde seis metros de altura para darse un chapuzón en el mar, a pesar de las advertencias de los socorristas. Pero quizá este sea el último verano en el que puedan hacerlo impunemente, porque la nueva ordenanza de playas incluirá una lista de zonas desde donde estará prohibido arrojarse al mar.
Naturalmente, el mirador de San Amaro estará incluido en esa lista, pero también el muelle del Club del Mar (aunque, en este caso, se están discutiendo detalles legales; si se trata de una propiedad privada, competería a la entidad controlar su uso) y, por supuesto, la playa del Matadero, de cuyas rocas saltan a menudo los bañistas a las frías aguas del Atlántico.
La nueva ordenanza de playas finalizó su periodo de consulta pública el 15 de julio, tras recogerse casi un centenar de propuestas. La sugerencia más repetida por los ciudadanos fue la relativa a la prohibición del uso de altavoces. La presencia de perros en los arenales fue también uno de los temas más repetidos, unos para pedir que se les permitiera el acceso en horario nocturno en verano, otros para que la prohibición se mantuviera todo el año. Puede que sus sugerencias se incluyan en el texto, o no, pero lo que si figurará serán las zonas prohibidas para el salto.
Mientras tanto, habrá que hacer algo. Cuando los menores ignoran los avisos que los socorristas emiten por megafonía, estos advierten a la Policía Local, que ya ha tenido que presentarse en varias ocasiones en lo que va de verano. Suele ser siempre la misma pandilla, formada por ocho niños, que bajan desde Monte Alto cada tarde para divertirse con esta peligrosa travesura.
“Todos los años tenemos el mismo problema: los que se lanzan y lo hacen de cabeza desde un sitio que es muy peligroso. La Policía Local ha ido en varias ocasiones y yo insisto bastante en que creo que empieza a ser necesaria la imposición de multas”, opinó la alcaldesa, Inés Rey.
La regidora lamentó que ni los avisos de los socorristas ni de los policías locales parezcan ser suficiente. “No acabo de entender esa falta de instinto de autoconservación. A lo mejor, cuando se vaya al bolsillo el mensaje es mucho más afectivo. Sé que no es popular, pero es por su propia seguridad”, sentenció.