Algunas cosas mueren por el fuego. Otras como el verano, en cambio, nacen con él. Decenas de miles de coruñeses asistieron ayer, por tanto, al festivo parto de la temporada estival en Riazor, con la quema de las efigies de figuras como el escritor Manuel Rivas, Premio Nacional de las Letras Españolas, las cantareiras –a las que este año se homenajeó en el Día das Letras Galegas– o el OAR Coruña de balonmano, que logró recientemente su ascenso. Los encargados de encender la enorme falla, presidida por un gran pulpo y una meiga, fueron el propio Rivas, miembros del OAR Coruña de Donaire y familiares de las cantareiras a las que este año se homenajeó. Rivas recibió el pasado año el Premio Nacional por el conjunto de su obra, catálogo en el que figura la muy coruñesa ‘Os libros arden mal’, en el que se recuerda aquel triste episodio de quema de libros en el puerto herculino cuando el golpe de 1936. La falla, sin más libro que el que su figura portaba en las manos, ardió más que bien.
Tras ir prendiendo mecha durante toda la tarde, las miles de personas presentes en las playas giraron sus cabezas hacia la playa de Riazor a eso de las 00.00 horas, cuando los fuegos artificiales encendieron la noche. La medianoche del 23 de junio fue también la señal para el encendido de la falla: muchos se agolparon alrededor de las vallas metálicas para ver de cerca el fuego purificador del verano de la mano de los protagonistas allí presentes.
Y se hizo el fuego, para regocijo de unos presentes que estallaron en vítores y aplausos. Solo la música –y el empeño de los Bomberos– pudo apagar el fuego de la falla. Y es que el éxtasis del incendio dio paso al de unas actuaciones musicales que inundaron la explanada, con un doble concierto: estaba prevista la actuación de La Guardia (a las 00.20 horas) y de HeyKid (a las 01.50).
Los bailes, los saltos a olas –fueran nueve o los que cada uno quisiera– y hogueras y las comilonas de sardinas y churrasco pusieron el broche final a una jornada llena de simbolismo y tradición. A Coruña puede estar tranquila: ha despedido el ‘meigallo’ y a los malos espíritus por todo lo alto, al menos, hasta el próximo solsticio de verano.