Luis Ventoso (A Coruña, 1964) recibe este viernes (19.30 horas) en la Fundación Barrié el premio José Luis Alvite que concede la Asociación de Periodistas de Galicia y que reconoce “la profundidad de sus análisis desde una postura crítica e independiente”. El director adjunto de ‘El Debate’ admite que le hace especial ilusión recibir esta distinción, que lleva el nombre “de un tipo extraordinario”, arropado por sus hermanos y su madre y en su ciudad. “Si algo me considero es coruñés –explica–, nací a 200 metros del mar, junto a lo que ahora es el Manhattan”.
El galardón premia su trabajo como columnista, que puede leerse cada día en la edición impresa de este diario, donde dio sus primeros pasos profesionales: “Me encanta que las columnas salgan en mi ciudad, en El Ideal Gallego, donde hice prácticas con el inefable Ezequiel, en Francisco Mariño, cuando era directora Olga Cristina Viaño”.
¿Cómo se lleva a diario el trabajo de columnista?
No se puede decir muy alto pero escribir en los periódicos es realmente un privilegio. Y, si no nos pagasen por hacerlo, creo que hasta lo haríamos gratis. Y más en unos medios con una gran pátina de romanticismo pero siguen conservando una gran influencia. Es una maravilla poder expresar tus opiniones todos los días en un marco de libertad.
¿Y lo de encontrar tema cada día?
Depende mucho del artículo. Como tengo también mis funciones en el periódico con la redacción, que me ocupan mucho tiempo, unos días puedo hacerlo con más comodidad que otros. A veces me gustaría hacerlo más sopesado, más intelectual, que lo suelo hacer los fines de semana. Entre semana la actualidad es tan viva que muchas veces lo que te pide es el relámpago del momento. Si tengo la cabeza tranquila y una idea clara, tengo calculado que en el vuelo A Coruña-Madrid puedo hacer el artículo. Lo cual es una manera buena de no ponerse nervioso (risas).
¿Es un buen momento para escribir artículos de opinión?
Ahora es un momento espléndido porque sucede algo que no ha sucedido en la vida, que ves, en tiempo real, los datos de audiencia. Cuando yo trabajaba en Cultura, en ‘La Voz de Galicia’, me mandaban meter en página el artículo de algún pope. Yo leía aquello y pensaba: “Qué truño”. Pero el nombre salvaguardaba al personaje. Por ejemplo, Camilo José Cela, al que admiro mucho como novelista pero como articulista no tanto. Aquello era una plomada impresionante pero, claro, era el gran Camilo José Cela, tenía que tener un lugar preeminente. Hoy en día, en el mundo digital, estaríamos viendo que mucho nombre pero que no se le leía. El articulismo está cambiando, estamos en un examen constante de si gustamos a la gente o no. Lo cual te obliga a esmerarte y a hacerlo bien.
"El articulismo está cambiando, estamos en un examen constante y hoy en día Google define mucho el periodismo
Y puede ser también una cura de humildad.
También. Hay días que te quedas encantado con el artículo y luego es el que menos leen. Por desgracia, estamos mucho con la política a flor de piel y a veces pensamos más con las tripas que con la cabeza y uno que haces en el día, enojado porque te ha molestado algo, te lo leen más por el tono guerrillero que otro sopesado y que va a perdurar en el tiempo. Es un poco frustrante a veces, pero el juego periodístico es así, la actualidad rabiosa y el tono polémico siempre priman.
¿No cree que las redes sociales o Google también influyen mucho?
También. Ahora hay el fenómeno Discover, que es como una mano invisible de Google que si, por lo que sea, selecciona un artículo y lo mete ahí le aparece inopinadamente en el teléfono a la gente y dispara el volumen de lectura. No es controlable porque los propios directivos de Google te dicen que es un agente neutral y que no se sabe. Esperemos que sea así. Es verdad que hoy Google define mucho el periodismo.
¿Como es de complicada la relación del articulista con los poderes políticos?
Los políticos siempre han presionado y siempre lo harán, son las reglas del juego. En mi época de corresponsal en Londres, en un artículo, ponía una broma, en la última línea, sobre una política del PP que iba de progresista y me convocaron a Madrid porque me quería leer la cartilla. Siempre ha habido problemas, quejas, presiones... pero ahora hay una novedad, la agresividad frontal y matonista del Ejecutivo. Nunca se había visto a ministros insultando en público a periodistas por su nombre y apellido para amedrentarlos. Es terrible y muy preocupante. Lo mismo con el uso gratuito de la palabra ‘bulo’.
"Los políticos siempre han presionado, pero nunca se había visto a ministros insultando para amedrentar
¿En qué sentido?
Esta semana se ha caído el sistema eléctrico. Hemos visto todos un montón de vídeos donde salían Sánchez y Beatriz Corredor diciendo: “Es un absoluto bulo que pueda haber un apagón en España”. Pues no era un bulo... Cuando empezamos en ‘El Debate’ a dar el caso hablaban del “bulo del hermano de Sánchez”. Hay periodistas buenos, malos y regulares, pero muchos hacemos un esfuerzo notable por buscar la verdad y contar los hechos como son. El poder ejecutivo no debería despreciarnos con esa etiqueta facilona de ‘los de los bulos’.
¿Qué opina sobre las trincheras en el periodismo?
Es una pena porque creo que ha ido a peor. Al llegar el populismo a la política de una manera tan agresiva, el juego político se ha convertido en un juego de trincheras. Y en esta etapa que tenemos desde 2018, el Ejecutivo actual ha convertido la política en un partido de fútbol de hooligans y pone muy difícil el debate. Me gustaría no tener que estar todo el día con este periodismo de trincheras pero mientras no se solvente esta situación un poco anómala que tenemos con la política, estamos así. Es todo demasiado visceral. Espero que venga una época de una gran revolución de la moderación.
¿Es diferente el trabajo en Madrid que en Galicia?
El periodista que se ocupa de un concejal, del presidente de la Diputación o de un conselleiro acaba teniendo la misma tensión o más que un periodista que está en Madrid, incluso más próxima porque no te vas a encontrar a Sánchez tomando café, de entrada porque no puede ir a ningún café. También es más directa la dependencia de la publicidad institucional. La libertad de los medios es la libertad económica. Los periodistas no somos tan importantes, lo importante es que el dueño del periódico tenga una libertad económica. Los editores son importantísimos, son los que crean el marco de juego.