Exámenes en la UDC: Apuntes, rezos, velas al Apóstol y un limón exprimido

Exámenes en la UDC: Apuntes, rezos, velas al Apóstol y un limón exprimido
Estudiantes en la UDC / Patricia G. Fraga

Desde la llegada del Plan Bolonia, hace ya algo más de una década, se ha convertido en una tradición que los universitarios tengan que sustituir en muchas ocasiones los turrones y dulces típicos en Navidad por los apuntes, pues los exámenes correspondientes al primer cuatrimestre comienzan nada más acabar las fiestas. Ayer era  en la UDC el primer día de este periodo, que se extenderá durante las próximas semanas, lo que propició un lleno en las bibliotecas de las facultades y en las aulas de estudio. 


Uno de los lugares más concurridos es el edificio Xoana Capdevielle, cuya amplia sala de estudio permanece estos días abierta hasta las dos de la madrugada. “Prefiero venir aquí en lugar de quedarme en casa, aunque solo sea por el hecho de salir”, asegura Clara, estudiante de ADE, que se muestra sincera con respecto al calendario. “Odio estudiar en Navidad”. La joven confiesa una superstición a la hora de afrontar este trance: “Tengo que usar el mismo boli para estudiar y hacer todos los exámenes”.  En todo caso, ya tiene claro lo que hará cuando pasen estas semanas de nervios y tensión: “Voy a salir de fiesta e irme de viaje para desconectar”. 


Clara no es la única que tiene alguna superstición. Por ejemplo, Diego, estudiante de Relaciones Laborales y Recursos Humanos, confiesa una que es muy particular. “Antes de cada examen, tengo que encender unas velas online en la catedral de Santiago”, reconoce. Por su parte, Leonardo, que estudia Inef, también tiene una manía, aunque bastante más habitual. “Nunca entro en el aula sin un chicle para masticar durante el examen”, explica.


Aunque para superstición llamativa, la de Pablo, estudiante del doble Grado en Derecho y ADE, que tiene todo un protocolo cuando llega el momento decisivo: “Rezar, respirar profundo e inspirar ente cinco y siete veces. Luego, cerrar los ojos e imaginar un limón exprimiéndose para la activación neuronal”, afirma con naturalidad.


Además de las supersticiones a la hora de realizar los exámenes, los estudiantes también desarrollan diferentes métodos para intentar optimizar las horas que a diario dedican al estudio, que estos días se multiplican de manera exponencial. También en este apartado, Pablo destaca por tener muy claro su plan y seguirlo a rajatabla. “Utilizo el ‘método pomodoro‘, que consiste en dividir el tiempo en periodos. Después de 25 minutos de estudio sin mirar el teléfono móvil, hay que hacer cinco de descanso. Y cada vez que se hace cuatro veces el proceso (es decir, cada dos horas), se hace un descanso de 25 minutos al aire libre”, explica.


Diego, sin embargo, prefiere no darle muchas vueltas al método. “Simplemente, hay que centrarse y olvidarse del resto, porque si no es imposible”, asegura. Por su parte, Leonardo utiliza un sistema muy tradicional que parece que resiste al paso de los años y a llegada de las nuevas tecnologías. “Lo que hago es copiar los apuntes a mano, y así, se me va quedando la materia”, confirma. Algo similar le ocurre a Clara, que recurre a los socorridos esquemas. “Es algo que siempre me ha funcionado”, reconoce la joven.
Con el sistema que sea, tienen por delante unas semanas intensas. “Cuando todo esto acabe, lo único que quiero es recuperar horas de sueño”, confiesa Pablo. De momento, duermen poco pero todos sueñan con aprobar. 

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