A Coruña se empezó a posicionar en la primera división del mercado musical durante el mandato de Francisco Vázquez y con Eduardo Blanco como teniente de alcalde. Ya antes se habían organizado grandes conciertos de artistas nacionales de referencia, como los de Miguel Ríos o Julio Iglesias en el estadio municipal en 1983, pero fue en 1990 cuando se dio el salto de calidad con la contratación de Prince, que ya por entonces era una leyenda de la música.
Las consecuencias de los dos espectáculos musicales de 1983 originaron al primer convenio entre del Deportivo y el Ayuntamiento por el uso del estadio, lo que obligó al gobierno local a prescindir del recinto de Riazor como auditorio para conciertos, salvo para casos excepcionales (el Concierto de los Mil Años de 1993 y el Morriña Fest de 2022). Por eso cuando Prince se puso a tiro en 1990, el Ayuntamiento no se planteó contar con el estadio, y más en pleno crecimiento del Dépor, presidido por Lendoiro. Así que Eduardo Blanco se sacó de la manga hacerlo en el campo de fútbol del colegio Santa María del Mar. Se despacharon 25.000 entradas, mientras Madonna en Vigo se quedó en 18.000. Otra gran estrella, Tina Turner, actuó en octubre de ese año en A Coruña, y el recinto elegido fue el Palacio de los Deportes, pero por su escasa capacidad se programaron dos fechas. Aquello fue una excepción, puesto que Eduardo Blanco quiso dedicar el pabellón a los deportes. Por entonces, ya estaba en marcha el proyecto del Coliseum, inaugurado en 1991 y que pronto empezó a recibir a lo más selecto del panorama internacional: Frank Sinatra, Elton John, Sting, Whitney Houston… La lista sería interminable.
Con el Coliseum a la cabeza, el festival Noroeste Pop Rock, la programación musical de espacios como Palacio de la Ópera, Palexco o el teatro Colón, y, en los últimos años, la entrada de los terrenos portuarios en la ecuación y con ellos un aluvión de festivales (Coruña Sounds, Morriña, Recorda, Noites do Porto, …) han apuntalado a la ciudad herculina como el referente musical del noroeste peninsular. No hay posible comparación con Vigo, que cuenta con el parque de Castrelos, al aire libre, pero carece de un recinto tipo Coliseum y que en este tiempo ha infrautilizado el estadio, en el sentido de que no ha ofrecido una programación musical continua.
Con el paso de los años, el recinto multiusos de Lavedra ha ido reduciendo su capacidad. De aquel descontrol en el concierto de Juan Luis Guerra en 1991, cuando se hacinaron 15.000 personas, se ha pasado a un aforo máximo de entre 8.400 y 9.700 en función de la producción. En todo caso, sigue siendo una instalación de gran prestigio, pero que lógicamente se queda pequeña para acoger a artistas como Coldplay o Springsteen, es decir, las llamadas giras de estadio. Y es esta Liga, la de los cantantes extraordinarios, la que se disputarán en el futuro Vigo y A Coruña. Y desde el gobierno local apuntan que para ganarla no llega con tener el Coliseum y el muelle de Batería. Se precisa el mejor refuerzo: un nuevo Riazor.