Los aeropuertos y el AVE

Los 1.700 millones concedidos por el Gobierno a Cataluña para ampliar el aeropuerto del Prat representan un problema para el Govern en lugar de una solución por la oposición de sus socios. Pero acabarán limando diferencias y “encajando” esa lluvia de millones porque el dinero une mucho al independentismo.


El lío del Prat me lleva a escribir sobre las posibilidades de entendimiento en Galicia para la coordinación de los tres aeropuertos ante dos amenazas que pesan sobre ellos. Una, la tendencia a sustituir los vuelos de corta distancia por los trenes de alta velocidad para reducir las emisiones contaminantes. La segunda es la llegada del AVE, que puede tener efectos demoledores en las tres terminales muy dependientes del tráfico con Madrid, como tuvo el tren de alta velocidad en otras ciudades.


Hace unos meses, la Xunta urgía al Gobierno un plan de coordinación de los aeropuertos y el AVE para garantizar su viabilidad ante ese nuevo escenario. Un estudio encargado por Turismo de Galicia a una auditora anticipaba que Lavacolla perderá un 33% de su pasaje, Peinador un 42% y Alvedro un 47%. Ese trabajo data de 2013 y es lamentable que, teniendo Galicia tres Universidades, ninguna esté estudiando ahora el impacto del AVE en su tráfico aéreo.


Es curioso que sea César Trapote, profesor de la Politécnica de Cataluña, quien esté coordinando un trabajo sobre las posibilidades de supervivencia de los tres aeropuertos gallegos tras la llegada del AVE y avanza un dato demoledor, extrapolable a Galicia: “La ruta aérea Madrid-Barcelona era la más consolidada y rentable y el AVE acaparó el 60% de la cuota de mercado”. Trapote y su equipo investigador estiman que para viajes de 800 kilómetros el tren rápido es una alternativa de transporte más atractiva que el avión.


Galicia debería estar ahora centrada en ese problema que, si los plazos del AVE se cumplen, será real a final de año- buscando sinergias operativas, complementariedades y especialización de los tres aeródromos. Primero, para garantizar su existencia y operatividad ante la competencia imbatible del AVE y, en segundo lugar, para optimizar las ventajas que implica para una comunidad periférica disponer de tres terminales.


Lavacolla, Alvedro y Peinador prestarán un buen servicio si enlazan Galicia con destinos atractivos del exterior, si conectan las empresas con centros de negocios del mercado global y si traen turismo que genere retorno económico al país.


Claro que para cumplir esas funciones es necesaria su coordinación que nunca fue posibles por la pandemia localista, que sigue amenazando con cerrar las tres terminales. En beneficio de Oporto que tiene una estrategia bien definida.

Los aeropuertos y el AVE

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