Cuestión de paladar

Dicen los expertos en el negocio vinícola que los beneficios en esta  actividad han caído de forma preocupante, especialmente a la hora de captar clientes. Se habla de que la juventud no acaba de entrar en la filosofía del vino. Los jóvenes tienen otra forma de ver la realidad. De vivir en otro mundo. El que han creado. Nunca se ciñeron a las costumbres de sus padres y abuelos. Los chavales de la generación actual tienen una personalidad muy marcada. Y de ahí no hay quien los baje. Ellos y ellas, no hay que olvidarse de las féminas, cada vez más integradas en este tipo de ambientes, son más dados a otras pautas sobre bebidas, entiéndase por ejemplo, la cerveza tradicional, incluso la artesana, cada vez más demandada, los “pelotazos”, “calimocho”… Las causas de este divorcio entre el vino y la gente joven puede estar en el alto coste de la botella. Hay personas que discrepan y entienden que los precios son asequibles para todos los bolsillos. Sin embargo, se reconoce que las empresas no han sabido llamar la atención de los jóvenes hacia esta “cultura”.
La fama del vino bueno, bonito y barato que tenía (y tiene) el producido en nuestro país, especialmente Rioja, pasó de ser una cualidad a convertirse en desdoro. Y como no podía ser de otra forma, llegaron los ajustes en la demanda que ha experimentado un proceso del segmento por hábitos de consumo que se ha traducido en una diferenciación por tramos de precio. Baste recordar la aparición de nuevos sectores consumistas (grupos de mujeres, reuniones de amigos y aficionados en enotecas o tabernas ilustres, vinos por copas, etc.). La vinculación del vino tanto a una dieta saludable como a un consumo de ocio, es una moda internacional que está cuajando entre los españolitos, especialmente en la clase media de la sociedad. Y en estos momentos, con tanta crispación política, en una España tan compleja, tanta prevaricación, tanto fraude y escasez de buenas noticias, cerremos los ojos, alcemos la copa (con vino o cerveza, es indiferente) y disfrutemos de la vida. No dejemos que nadie nos la amargue. 

Cuestión de paladar

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