La respiración

En el Rosalía, ciclo principal, aforos completos, la producción de Teatro de la Abadía y Lazona brindó sendas representaciones de la obra “La respiración”, escrita y dirigida por Alfredo Sanzol. Escenografía sencilla: tresillo, butaca, mesas auxiliar y de comedor, sillas. Telón alzado. La obra cuenta, en clave de humor, la tristeza y desubicación de Nagore (Nuria Mencía), una mujer de 40 años, separada hace uno, que no sabe qué hacer con su vida en esta situación y que se pregunta qué hizo mal, en qué se confundió, por qué no fue capaz de retener a su ex (que se marchó con otra). Sabe que tiene que recuperar su autoestima y rehacer su vida, así que dice: “Hice aparecer a mi madre y a sus amigos”, quiero volver a tener una familia”.
Su madre (Verónica Forqué) la anima a que busque nuevas experiencias, nuevas relaciones, a que respire, y eso se lo repiten el profesor de yoga (Petro Olivera); el fisioterapeuta (Pau Durá); el preparador físico (Martiño Rivas) y la novia de este (Camila Viyuela). Cada uno, a su manera, buscan el amor y tejen alrededor de la protagonista una red de relaciones familiares y afectivas que la ayudarán para que vuelva a encontrar un sentido a su existencia.
Quizás lo que vemos en el escenario no es más que una fantasía. En ese mundo imaginario todos se aman, todos se quieren y todos comparten cosas. Es la madre la que ha preparado todo para que su hija comprenda que hay otros mundos, otras formas de relacionarse, que no hay que tener tampoco miedo a la soledad, que “la ficción es el mejor entrenamiento para la realidad”. Magnífica la interpretación de Nuria Mencía, muy bien arropada por el resto del elenco. Canciones en directo interpretadas por los propios actores.

La respiración

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