NAUSEABUNDO CARNAVAL

Asco, repugnancia, fastidio, nausea, empalago, fetidez, tripas revueltas, suciedad, porquería... Hasta mil sinónimos más podríamos aplicar al momento que vive nuestro país. Mucho huele a podrido en España. Hamlet enmudecería ante tanto sinvergüenza suelto riéndose de los sufridos conciudadanos, pues soportamos un patético carnaval al que ninguna autoridad pone remedio.
Los dramáticos ejemplos se multiplican pasmados ante tantos “salvadores” de la patria que solo buscan aprovecharse a base de corrupciones, robos, timos, engaños y apropiaciones indebidas. Goya y su lucha a garrotazos permanece incólume mientras los contrincantes se zurran la badana y hunden más en el barro.
Aquí, salvo excepciones muy preclaras, nadie se libra. Empezando por esos partidos políticos que no ejercen ninguna labor crítica, incumplen sistemáticamente sus promesas electorales, traicionan a quienes los apoyan y miran para otro lado cuando la ocasión obliga a decidir. Y la situación vale tanto para los que gobiernan como los que ejercen la oposición. Hordas de listillos delincuentes vendiéndose a los votos y renunciando al cuadro de valores al que juraron o prometieron fidelidad... y lo mismo afirmamos de ese sindicalismo “vertical” que chupa del presupuesto y renuncia a representar al mundo del trabajo. Desgraciadamente tampoco las instituciones públicas –legislativa, ejecutiva y judicial–muestran mejor talante a la hora de cumplir la sagrada tarea que el pueblo les ha encomendado para vivir en democracia.
Dejación del poder soberano en manos del tatuaje de las autonomías en la piel nacional. Donde tampoco deben molestarse a los secesionistas y también hay que “respetar” la calle dejándola en manos de cuatro energúmenos robaperas trashumantes que solo pugnan por volatilizar cinco siglos de historia y disolver a sus ciudadanos por espurios intereses kafkianos.

NAUSEABUNDO CARNAVAL

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