La división de Podemos

Siempre en lucha, nunca en paz. Ese parece ser el destino de la izquierda europea en general y de la española en particular. La división es la filoxera de los partidos que se reclaman comunistas o socialistas. Y también la de los socialdemócratas. En nuestros días el fermento de guerra civil que se aprecia tanto en el PSOE como en Podemos nos devuelve a los tiempos de la Transición. El caso de Podemos es paradigmático. Para empezar se trata de un movimiento y como tal es el resultado la suma de fracciones. No es un partido aunque la potente personalidad de Iglesias tiende a proyectar esa idea toda vez que actúa como si su mandato fuera vertical. Ahora, en vísperas de su Asamblea Ciudadana, han aflorado las diferencias de táctica y estrategia que subyacen en el discurso político del movimiento. Nacieron de la protesta social y puede que vayan a morir de éxito de no encontrar el punto de equilibrio y moderación que les permita convertir su aventura en edificio.
Recordarle a Iglesias que vivimos en una democracia en la que el Parlamento es el cauce establecido para la política parece ser el empeño de Iñígo Errejón. Haber pasado de cinco actas de eurodiputado a conseguir setenta escaños en el Congreso es como para perder el sentido de la realidad. En ese estado de levitación parece seguir instalado Iglesias pese al revés electoral sufrido en junio. Joan Baldoví, diputado de Compromís, opina que “para cambiar las cosas tiene que haber mucha más gente de los cinco millones... tenemos que abrir el espacio para que más gente pueda confiar en nuestros proyectos”. Es el mejor diagnóstico sobre el dilema que tendrán que afrontar en la mencionada asamblea las fracciones de Podemos enfrentadas. Al añadir que le parecen más razonables las posiciones de Errejón que las de Iglesias, ha devuelto el debate a la casilla de salida.Veremos qué es lo que pasa en Vista Alegre.

La división de Podemos

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