LOS ORCOS DE MARÍA PITA

Hay que reconocer que los esfuerzos de la Marea por desviar la atención son originales y voluntariosos. A lo tonto –es un decir– el teatrillo de Xulio Ferreiro ha introducido un nuevo personaje en el guiñol para tener al personal entretenido. Ha recurrido, ¡cómo no!, a la ficción porque la realidad es un ámbito que le produce sarpullido por su naturaleza de tozuda. Y así, repito, a lo tonto –sigue siendo un decir– nos ha colado a su asesor y mano derecha, que hasta la fecha era un perfecto desconocido para esas “xentes do común” que le pagamos religiosamente –otro decir– la nómina como empleado municipal de este Ayuntamiento, con las obligaciones y derechos de un funcionario. ¿Cómo un alcalde escoge un asesor de tal calibre que lo lleva por tan mal rumbo? O bien rectifica y cambia de rumbo o tendrá que cambiar de asesor.
El autoproclamado jefe de Gabinete del alcalde es el concejal número once de la Marea. El primero no electo. Se sienta a la derecha –es un decir– del “padre”, que por lo visto en este caso es el “hijo”. Es, para entendernos, el que corta el bacalao. Pues bien, la mano derecha del alcalde puso tierra de por medio, se plantó en la Barcelona rebelde y le hizo un traje a la oposición, a los funcionarios municipales, a los medios de comunicación y al movimiento vecinal. En una inaceptable falta de respeto recurrió al insulto y a la descalificación para referirse a sus compañeros y a los vecinos de esta ciudad. Lo hizo llevándonos a todos al huerto en el que mejor se mueven los autoproclamados intrusos: el de la fantasía épica. Es cierto. La mano derecha del alcalde es fantástico. En el mundo de Tolkien se mueve como un pez en el agua pero en un charco de barro. Ahí, en la Tierra Media, no hay gobiernos en minoría obligados a pactar. No hay necesidad de dialogar. No hay que elaborar presupuestos. Ni entidades cuya vida depende de los convenios. No hay obras paralizadas. En las cuatro Edades del Sol las ayudas sociales se cobran puntualmente.
Otra de las particularidades del mundo de este tipo de personajes es que nadie pide perdón porque nadie se equivoca. Nunca. No deja de ser curioso. Pese a que nunca fallan, solo aciertan cuando rectifican. Debe ser parte de la quimera en la que viven. La realidad virtual en la que se sienten tan a gusto y que los separa de lo cotidiano. De resolver los problemas de los coruñeses y de trabajar por una ciudad mejor.
Este asesor vive en una auténtica fábula paralizante. Prefiere darle rienda suelta a la imaginación y fascinarse en un mundo en el que se tienen por intrusos, cuando en realidad han sido llamados a gobernar.  Por definición, intruso es aquel que se ha introducido sin derecho. A Coruña no puede permitirse que quienes la tienen que gobernar no se sientan con derecho a hacerlo. Que no sientan esa necesidad. Aquí, ya lo saben, ni los intrusos son forasteros, ni los forasteros intrusos.

*Lucía Canabal es 
concejala del PP

LOS ORCOS DE MARÍA PITA

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