El fin de los días de gloria

El buen sabor de boca que ha dejado en la ciudad la celebración de la final de la Copa del Rey de baloncesto deja una extraña sensación de que se está cerrando una etapa brillante para dar paso a un vacío desolador. Los últimos años han conocido a una Coruña protagonista, líder y generadora de acontecimientos, esforzada por superarse y orgullosa de sus logros. Pero ese crédito se agota. En el horizonte de las grandes citas para la ciudad se adivina un vacío que no tiene trazas de ser cubierto, ni siquiera desde la modestia forzosa de quienes ni quieren ni saben. El Gobierno de La Marea no solo es incapaz de dar continuidad a lo que les ha venido hecho; se revela además como incompetente para generar nuevos desafíos que sacien el hambre de grandes cosas bien hechas.
Aún recordamos todos el 120 aniversario de Picasso. La Marea ha cubierto de tierra la última oportunidad de que A Coruña cogiese la ola del genio por excelencia del siglo XX. Tras un esfuerzo común incomparable, en un alarde de ineptitud, Xulio Ferreiro y su cuadrilla han borrado de un plumazo ese hito cultural para reducirlo de nuevo a un triste concurso de dibujo para escolares. Afortunadamente no han tenido ni el tiempo ni la torpeza de estropear todo el trabajo firmado con matrícula en la Copa del Rey de baloncesto. Todo ha salido bien. Los coruñeses sabrán valorar gracias a qué y a quién A Coruña ha sido durante cuatro días la capital mundial de la canasta. Los que han recogido esta cosecha lo han hecho sin ruborizarse. 
A la vuelta de la esquina aguarda la Tall Ships Race. La regata de grandes veleros por primera vez en su historia tendrá su meta en la ciudad. No nos debería preocupar demasiado esa tendencia de La Marea a embadurnar todo lo que toca si damos por cierto que la organización de la prueba, que ya dejó cerrado el evento con el anterior Gobierno de Carlos Negreira, no dejará que un puñado de incompetentes les estropee la fiesta. Que se hagan la foto y punto, no vaya a ser. Pero esto se acaba. Después de la Tall Ships Race, nada. La ciudad, y en particular los hosteleros, hoteleros y comerciantes, ya han encendido la luz roja de la parálisis que se viene. Adiós a las grandes citas culturales y deportivas. Adiós a una ciudad referente en congresos. Adiós al lugar que A Coruña ha ocupado en el mundo durante estos años. Adiós a las páginas de éxitos. Hola a la sección de jaleos y esperpentos, de gominas y asaltos a templos. 
Esta ciudad sedujo al mundo gracias al trabajo de un equipo capaz de gestionar, capaz de atraer y capaz de ilusionar. Ahora llega el frío. Un largo y penoso otoño para A Coruña sin perspectivas de una nueva primavera. Repasen y descubrirán los tres secretos: trabajo, trabajo y trabajo.
 

El fin de los días de gloria

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