José Bono descubre la corrupción decente

BONO, no el cantante de U2 –a quien ahora le da por jurar y perjurar que vivió una experiencia cercana a la muerte, un hecho que define como “un evento de extinción”; igual hasta empezó a caminar hacia una luz muy blanca y quienes estaban allí la apagaron al ver que era él–, sino el político, es un armadanzas profesional; lo ha sido a lo largo de toda su vida. Hoy camina por una acera y mañana por la de enfrente, pero siempre queda indemne y si para no sufrir daños tiene que compadrear, compadrea con quien haga falta. Por algo fue el discípulo predilecto de Tierno Galván... Y así llega a conclusiones que por lo menos son sorprendentes, como que hay corrupción buena y corrupción mala, lo que le permite  diferenciar entre el caso Gurtel y el de los ERE andaluces. Y lo peor es que lo argumenta: “Chaves y Griñán se pudieron equivocar, pero son decentes; los otros no lo son”. A ver si le va a reclamar derechos de autor Alberto Garzón, que un día sentenció que “si alguien es corrupto es porque no es de izquierdas”.

José Bono descubre la corrupción decente

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