La temporada no ha hecho sino comenzar. Y es muy larga. El deportivismo, curtido como nadie en mil batallas, sabe que su equipo tiene ‘buena pinta’, que las sensaciones son mucho mejores que en los arranques de las últimas temporadas en Primera. Pero -precisamente por haber sufrido mucho- mantiene una humilde prudencia que será clave durante todo el curso.
Se trata de no creérselo, de no pensar más allá que en el partido de este fin de semana, de darlo todo en cada envite. De esta manera los objetivos se cumplirán, y el más claro de todos ellos es mantener la categoría, no pasar apuros y seguir creciendo.
Es curioso ver algún campo de Primera con silbidos hacia sus jugadores en la tercera jornada de Liga. Es evidente que no todas las aficiones son como la del Depor. Eso solo se mama en Riazor y en A Coruña.
El deportivismo, que ha levantado Liga, Copas y Supercopas, es exigente, pero tiene los pies en el suelo más que nadie. Ha llorado de tristeza y alegría y sabe ponerse en su sitio.

gran arranque
El Deportivo está en disposición de conseguir un comienzo liguero a la altura de los mejores años del Superdepor de Arsenio y del Eurodepor de Irureta, en el que el actual entrenador, Víctor Sánchez del Amo, era dueño y señor de la banda derecha.
Si los blanquiazules son capaces de derrotar al Sporting (algo que a buen seguro no será fácil) conseguirán ocho puntos, no habrán perdido ningún encuentro y se colocarán todavía más alto en la tabla clasificatoria.
De hecho, si el equipo coruñés se alza con los tres puntos en la cita del domingo empataría con el quinto mejor arranque de su historia en Primera División. Si bien estos datos estadísticos no suman, no son títulos y no garantizan nada, es evidente que también son detalles que se valoran mucho porque representan el buen hacer de los profesionales herculinos.
Se respira ilusión, con prudencia. Optimismo, con humildad. El estadio blanquiazul será una fiesta del fútbol este domingo. Un hervidero balompédico en el que el Deportivo intentará dar un paso más en su carrera de obstáculos de 35 jornadas para llegar a un final feliz.
¿Y si no se consiguiese? Pues a pensar en el siguiente partido y a seguir dándolo todo en el campo. No obstante nadie piensa en no conseguir el triunfo. Se sale a ganar. A por la victoria. Otra cosa es lo que pase después. Eso sí, en Riazor no hay silbidos. No es nuestra forma de ser.