Nuria González encarna en su último trabajo a Susana, una bloguera de éxito con muchas inseguridades.

En esta obra, el mundo de su personaje se derrumba con un comentario hiriente en su blog. ¿Ve que mucha gente se siente identificada con este hecho?
(Risas) Mucha. La gente recapacita sobre este suceso y se dan cuenta de que tenemos gran parte de nuestra autoestima en la opinión de los demás. Sobre todo las mujeres, porque vemos que si juventud y belleza van de mano, la pérdida de una supone el fin de la otra, y eso crea mucha ansiedad.

¿Por qué sobre todo las mujeres?
Porque tradicionalmente se ha cifrado la valía de la mujer en su físico. Si un día no nos maquillamos nos preguntan con sorpresa si nos pasa algo o si nos encontramos bien, porque tenemos mala cara. Es una tiranía de la belleza desde jovencitas. Recupero una frase que yo decía en un monólogo anterior y es que cuando una mujer llega a los 40 desaparece; ya no eres mujer.

¿Y en esta obra se reivindica que la arruga es bella?
Se reivindica que cada uno tiene lo que tiene y que hay que asumirlo. No vamos a ser más felices por pasar por el quirófano. Nunca podremos tener la cara de Michelle Pfeiffer (risas).
Pero esto casi nunca pasa.
No. De hecho, estamos hartas de ver a jóvenes de 21 años anunciando cremas antiarrugas que no necesitan o liposucciones que no requieren.

Y si las mujeres ya tenían poco, se meten en la vorágine de las redes sociales.
Exacto. Las redes sociales son un lugar donde el anonimato protege a mucha gente que no se atreve a decir cosas a la cara. Y por otra parte, un espacio donde todo el mundo se expone de forma pública. Para Susana, el personaje de “Taitantos”, toda su seguridad se acaba cuando recibe un mensaje de un usuario que se llama “Cállate viejuna”. Se le une el problema real del paso del tiempo y la agresividad de este comentario que la hunde.

¿Cómo ha sido interpretar un personaje inseguro? Porque en su trayectoria, casi siempre ha tenido papeles de caracteres muy fuertes, hasta con mala leche...
Susana es insegura, pero está revertida de una concha con partes de todos esos otros personajes. Es una mujer separada, con una hija, con un negocio, es una estrella en los suyo. Es perfecta y fuerte... hasta que sus pilares se derrumban. Es muy bonito porque alterna luces y sombras a partes iguales.

¿Cómo es subirse a un escenario sola?
Es maravilloso. Me dio mucho miedo la principio, porque nunca lo había hecho, pero ahora siento el gran abrazo del público. Lo único malo es que echo de menos a los compañeros (risas). Eso sí, los nervios, los de siempre: salgo con las manos, los pies y la nariz helados de lo nerviosa que me pongo.