Los seis siglos del convento de Santa Bárbara

Los seis siglos del convento de Santa Bárbara
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Cerca de la iglesia conventual de Santo Domingo se encuentra el convento de Santa Bárbara, que da nombre a la plaza en la que se asienta. 
La orden que vive en esta edificación data del siglo XV y el primer documento en que se cita al convento es del año 1444. Comenzó siendo una pequeña beatería en cuya comunidad vivían las mujeres, entre las que se hallaba doña Constanza Álvarez e Aldara Núñez, de la Tercera Orden de la Penitencia de San Francisco. Aquella beatería estaba compuesta en el siglo XV de una pequeña casa con capilla, donada por doña Dominga de Acosta, mujer que era de Domingo Piñeiro, regidor de la ciudad debido a su devoción religiosa. 
De Acosta hace la donación de una casa y oratorio para que se pueda establecer en ella una beatería y vivir en comunidad las religiosas con otras mujeres que se uniesen a ellas.
Así se asentaron previa licencia del arzobispo de Santiago, don Rodrigo de Luna, siendo admitidas a obediencia en 1460 en la provincia franciscana de Compostela bajo confirmación del vicario fray. Pedro Garnica, a instancia del arzobispo Alonso de Fonseca, quien les concede permiso para la edificación de su monasterio.
Asimismo, el noble caballero gallego Gómez Pérez das Mariñas les hará la donación de una casa con huerta por instancia de doña Isabel Osorio, condesa de Luna, donde se establece el convento, cuya fundación es aprobada por el Papa Alejandro VI mediante una Bula en Roma en el mes de Mayo de 1491. 

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Desde el siglo XVI hasta ahora, el convento se consolida como institución monástica. Debido a las cuantiosas donaciones principalmente de bienes inmuebles, tanto de particulares como de instituciones, añadiendo las dotes ingresadas y los bienes particulares de la propia monja de clausura que ingresaba como “fraila” pasando a formar parte del patrimonio conventual. 
Desde mediados del siglo XVI, los miembros de la Real Audiencia asistían a los oficios de Jueves y Viernes Santo celebrados en dicho convento. Allí se acoge en 1682 a las seis monjas que vienen de Madrid a fin de fundar en la ciudad la orden de las Maravillas. Dicha casa se situará en la calle de las Panaderas, y será conocida como el convento de las Capuchinas.
Durante el  siglo XVIII debido a su abundancia económica se amplía el cenobio y se diseñan  nuevas estancias, entre las que destaca el llamado “pabellón inglés”, diseño del arquitecto Fernando de Casas y Novoa. 
En enero de 1809 el convento es abandonado por las monjas, por imperativo de las órdenes de los ocupantes franceses que lo usan como estancia para sus tropas, pasando sus moradoras al de las Maravillas, donde permanecen hasta el mes de septiembre. En el año de 1823 se verán de nuevo afectadas por una orden de la Alcaldía que otra vez las envía al convento de las Maravillas. Por último, la desamortización de Mendizábal en 1836 les privará de numerosos bienes y entre 1842 y 1846 las religiosas tendrán que dejar de nuevo su convento. 
Estos desalojos forzosos irán en perjuicio del conjunto del inmueble que se va arruinando, necesitando cuantiosas inversiones para devolverlo a su estado anterior.
Monjas de clausura desde el siglo XVII, en 1912 dejan la Orden Tercera para pasar a la orden de Santa Clara. Así, en la actualidad se llama convento de clausura de las Madres Clarisas Descalzas de Santa Bárbara. Las religiosas tienen por observancia las reglas de San Francisco.
En todo el siglo XX, las referencias documentales solo muestran apuntes de cobros, donaciones y borradores diversos de cartas del confesor del monasterio.
El inmueble de las Clarisas tiene aneja una huerta y una fuente, siendo su iglesia pequeña aunque de interés, en una de las puertas laterales se puede ver un bajorrelieve que es del siglo XV, época de su fundación y sobre el mismo una cruz de piedra que representa el juicio final. Puede que se trate del frontal de alguna lápida sepulcral del medievo. 

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Dicho convento contiene relieves románicos en su fachada  y vestíbulo de la iglesia. En la clausura tiene una pintura que data de la Escuela Flamenca, la cual refleja el Descendimiento, también contiene un sarcófago románico ojival esculpido con el Apóstol del siglo XIII-XIV. Los muros que cierran el convento en la Plaza de las Bárbaras hacen un conjunto tan armonioso que viene a ser el lugar más bello de toda la Coruña.
El antiguo callejón de San Benito está bajo la muralla del convento, en donde pueden verse sus restos, al haber permutado con el Ayuntamiento la finca número 23 de la calle Herrerías con las Monjas de Santa Bárbara en 1901. Lo que por el Campo de la Estrada era la puerta de Santa Bárbara, frente a la Real Maestranza, por Herrerías siguiendo la  muralla hacia la Estrada estaba el portillo de la Ferrería del siglo XVI, que los herreros se comprometían a cerrar cada noche a la hora señalada. Hoy callejón de San Benito.

Los seis siglos del convento de Santa Bárbara

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