Cuando matricularse es una prueba de resistencia

Cuando matricularse es 
una prueba de resistencia
La Escuela de Idiomas ya tenía cola para formalizar las matrículas a las nueve de la mañana

Las caras de una resignación que se va volviendo enfado a cada minuto que pasa es lo primero que se encuentran estos días los que llegan a la Escuela Oficial de Idiomas papeles en mano con la intención de formalizar su matrícula. Para completar el trámite es necesario armarse de paciencia y despejar la agenda del día.
Alrededor de tres horas es el tiempo que deben esperar los futuros alumnos para llegar hasta la ventanilla y salir con su acreditación. Y no por falta de entrega de los administrativos del centro, que estiran su jornada laboral hasta la noche para no dejar a nadie sin la opción de aprender un idioma.
Aunque parece que el sistema está pensado para desanimar a más de uno, comentan algunos estudiantes. La falta de información es el primer escollo que deben salvar. Y no es sencillo. Para empezar, en la página web del centro los interesados no encuentran todo lo que necesitan saber para completar el proceso, explican. Si en su búsqueda, como si de una yincana se tratara, tienen la ocurrencia de acudir al perfil de Facebook de la Escuela están salvados, porque hay determinada información que solo está publicada en esa red social. Para completar el puzzle hay que acudir a la web de la Consellería de Educación. Solo así los alumnos cuentan con todos los datos para cerrar su proceso de matrícula.
Así es como saben qué días les corresponde llevar los documentos pertinentes a la secretaría del centro. Dos fechas por idioma –tres en el caso de Inglés–, que se solapan y se comparten, de tal forma que en cuatro jornadas deben quedar listas las inscripciones de todos los estudiantes de este curso.
Este plazo termina el jueves a las dos de la tarde, aunque todo indica que esa última jornada será tan larga como las anteriores. Hasta las nueve y media de la noche se han compulsado documentos y registrado nombres en el sistema, porque la avalancha de solicitantes es tal que el horario de mañana se queda muy corto.
Como en el refrán, los madrugadores son los que se llevan el premio. De evitar la cola. Llegar a las nueve de la mañana, comentan varios afectados, supone encontrarte con más de cien personas delante y una espera de cerca de tres horas. Tiempo que algunos resisten en el pasillo que lleva a la ventanilla con la esperanza de que otros se cansen y decidan marcharse y así puedan avanzar puestos. Y algunos se van, efectivamente, pero porque no pueden permitirse desatender otras obligaciones.
Otros, cogen el número, calculan el tiempo que les falta para presentar sus papeles y aprovechan para salir del edificio o hacerse fuertes en la cafetería.
Todos coinciden en que es una prueba de fondo que ojalá se resolviese con un clic de ratón propio del siglo XXI. n

Cuando matricularse es una prueba de resistencia

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