Los godos y los suevos fueron los “nuevos” invasores de Galicia

Los godos y los suevos fueron los “nuevos”  invasores de Galicia
Mapa con los límites de Galicia en el siglo II, en la época romana

Los naturales de Galicia ven en los nuevos invasores una puerta abierta para evitar el aborrecible yugo romano que los había mantenido en la esclavitud, así que no dudan en apoyar al nuevo señor que se aposentaba de las tierras de sus odiados romanos. Pero, si bien el Imperio ya no existía, desde Roma seguía emanando la sabiduría de una nueva religión, la que haría de lazo de unión entre los nuevos pueblos que llegaban a la península y los que ya estaban asentados, y el espíritu romano seguía en la mente de todos aquellos habitantes.

Así que, en lo esencial nada cambió en aquellos tiempos de negros nubarrones, y la llegada de las tribus germánicas se convertía en un pequeño accidente dentro de la sociedad que cambiaba de señor, de tal manera que el obispo de la Iglesia de Roma ungía al rey elegido y le consagraba en su sede terrenal. 

Los concilios recordarán al Senado de Roma y a su vez servirán como germen de las futuras cortes reales. Así, el hombre dedicado al trabajo volvió al mismo, con la preocupación y desasosiego que antes tenía, la heredad no revistió nuevas formas, se cambiaba de dueño no de destino, había que mantener al nuevo señor con iguales obligaciones que antes y el poder continuó en manos de las principales familias germánicas, a su vez emparentadas con los patricios romanos añadiendo unos nuevos señores, los representantes de la Iglesia, aglutinados en Episcopados que representaban el don de la justicia terrenal. 

De modo que todo seguía igual bajo la influencia de una misma lengua latina, su arte, su ley y la religión. El cambió nunca existió, y la Iglesia, con una gran conciencia y responsabilidad del poder depositado en sus manos, influiría sobre las tribus germánicas. Así en Galicia se sitúan los suevos sobre el año 420, los cuales tampoco fueron considerados como buenos vecinos por parte de los galaicos, al estar aquellos sujetos al poder de Roma.

Hacia el 438 la situación entre suevos y los naturales gallegos, era complicada. La situación del campo no mejoraba y la vida en las villas era insegura. Los suevos exigían sus arbitrios como dueños del territorio, pues enseguida aprendieron la lección romana,  y los naturales se negaban a ello.

Esplendor
En el año 454 el dominio suevo alcanza todo su esplendor. Los tres conventos de Galicia se encuentran en su poder y también habían unido a ellos sus posesiones en Lusitania. Ningún monarca de esta raza del norte sojuzgó un mayor número de pueblos, ni estuvo tan cerca de la conquista de la Península como lo había hecho Reckiar, que ocupaba los límites de Galicia y Lusitania, dominando el más extenso territorio que nunca había poseído los suevos. Pero este monarca acabará siendo derrotado a manos del rey godo Teodorico.
De este modo pasan los Godos a dominar toda la extensión territorial que estaba en manos suevas. Sin embargo, pasado algún tiempo, Teodorico permite la elección de un rey suevo y en el  457 es elegido Masdrá, aceptando las condiciones impuestas por los Godos para su coronación.

Entre esas condiciones estaba la de permanecer en los límites de Galicia, lo que da lugar a pensar que el Reino de Galicia, nace a consecuencia de aquella humillante derrota militar.

Pese a todo, los suevos seguían divididos entre sí, una facción apoyaba a Masdrá y otra a Frantá, llegando a vivir Galicia en paz sin saber la fórmula, de modo que el primero gobierna la parte bracarense y el segundo la lucense.

Frantá muere en el año 458 en la Pascua de Pentecostés, ascendiendo al trono Remismond, mientras que Masdrá acaba siendo asesinado en el mes de febrero del año 460. 

En la Galicia bracarense y lucense, las villas y pueblos se levantan contra el opresor suevo, el cual era soportado en los periodos de paz, que a su vez eran muy breves y resultaban inútiles al no respetar su propia palabra

Final
Los godos acaban con la hegemonía sueva en el año 585 pasando Galicia a manos del monarca Leovigildo, dando a los naturales del país la nacionalidad de Galicia como tales, pues así lo reconocía en su mandato, y denominando de aquí en adelante a los naturales de este país como gallegos de una misma nación. Así nacía la identidad de Galicia. Wamba consideraba a Galicia como una provincia con vida propia y sus gentes diferentes a las del resto del Imperio Godo, por tanto no formaba parte de Hispania, sino que era una provincia de ella. 

Tanto que Galicia aspiraba a ser un estado independiente, estas aspiraciones se mantienen en los reinados de Recaredo y Rodrigo. Pero cuando la provincia de Galicia alcanzó su mayor esplendor en el reinado de los godos, fue en el de Suintila.

Es en este punto donde se acabaron las aspiraciones de Galicia de convertirse en una nación al estilo de la actual Portugal dentro de la Península Ibérica. Hoy sus límites serían  muy superiores a los actuales.

Los godos y los suevos fueron los “nuevos” invasores de Galicia

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