La huella de Galdós pervive cien años después

La huella de Galdós pervive cien años después
GRAF5849 LAS PALMAS DE GRAN CANARIA (Canarias). 2/1/2020.- En una imagen de 2013, vemos a dos operarios con guantes transportando el conocido retrato que Joaquín Sorolla pinto de Benito Pérez Galdós, y que fue trasladado de la Casa Mu

Almudena Grandes, Chirbes, Aramburu, Cercas, Trapiello, Isaac Rosa o Belén Gopegui son contadores de historias que retratan el presente o episodios de nuestra memoria histórica que recuerdan a la novela del XIX, la que cultivó Benito Pérez Galdós, de cuya muerte se cumplen hoy cien años.

Comparado con los grandes del Siglo de Oro, Cervantes, Calderón o Lope, el escritor grancanario (1843-1920) ha sido durante décadas uno de los olvidados de la literatura española, hasta el punto de que durante un tiempo no aparecía en el currículo escolar.

Germán Gullón, catedrático de Literatura Española y uno de los mayores expertos en la obra galdosiana, asegura a que la forma en la que se ha transmitido a la narrativa actual ha sido “un tanto extraña”.

A su juicio, en España “no ha habido una transición cultural, como sí la hubo política, y Galdós fue entrando a través de autores individuales y no de una forma general”. Aun así, unos cuantos escritores se declaran galdosianos o practican una manera de contar sus historias que evoca a la del autor de “Fortunata y Jacinta”.

Comisario junto con Marta Sanz de la exposición que la Biblioteca Nacional dedica en estos momentos a Galdós con motivo del centenario de su muerte, Germán Gullón sostiene que la huella del escritor canario en los autores actuales es “muy poquita”. “No creo que haya ninguno del que se pueda decir que es galdosiano total”, apunta.

 

El gran maestro de Rafael Chirbes

Este crítico literario pone nombre al autor de la literatura actual más galdosiano: Rafael Chirbes. El escritor valenciano, que falleció en 2015 a los 66 años, llegó a reconocer que la relectura de la cuarta serie de los “Episodios Nacionales” le acompañó mientras escribía “En la orilla”.

“Como novelista, Rafael Chirbes tenía algo que era lo mismo que quería Galdós y era contar una historia bien contada, y eso iba en contra de la tendencia”, asegura.

“La larga marcha” y “La caída de Madrid” son dos novelas de Chirbes muy galdosianas en las que el lector se percata de que está ante un novelista que iba por un camino paralelo al que seguía la novela considerada en España como más literaria, aquella que cultivaba Juan Benet. En resumen, “una novela literaria frente a otra que quería contar una historia bien contada”, explica Gullón.

Frente a un Flaubert, que se pasaba tres días buscando una frase bonita, Galdós lograba en ese tiempo hacer cuatro capítulos que marchaban como un tren y llegaban al lector y “en esto coincide con Chirbes, un autor que llega al lector”, sentencia Gullón.

La huella de Galdós pervive cien años después

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