Recientemente, la DGT presentó el balance provisional de siniestralidad en la que se pudo constatar como habían descendido ligeramente los accidentes mortales en la provincia. Sin embargo, ni el delegado del Gobierno, Santiago Villanueva, ni la responsable de la DGT, Victoria Dobao, ni el teniente coronel jefe de la Guardia Civil de Tráfico, Francisco Molano, señalaron que ha sido posible gracias a una mayor presión sobre los conductores. En el destacamento de Perillo, que abarca el área metropolitana de A Coruña, el número de radares móviles que se emplean pasó de dos a cinco en solo dos años.
“Y cuando se estropean, se van a arreglar enseguida, no es como con los coches, que no los arreglan”, se lamenta un agente de Tráfico. Estos aparatos están en funcionamiento continuamente, 16 horas al día, a lo que hay que sumar los radares fijos instalados en las principales vías, como Alfonso Molina. Esto podría explicar porqué A Coruña es la tercera provincia de España en recaudación por multas de radares: 26,4 millones de euros desde noviembre de 2011 a octubre del año pasado, según los datos que aportó el gobierno al diputado socialista Miguel Ángel Heredia.

reducción de margen
“Si la estadísticas se midieran por años, se vería que en 2014 hubo un salto. Fue por culpa de la reducción del límite de velocidad”, comentó un guardia civil. A esto hay que añadir la instalación de nuevos radares fijos que controla directamente la DGT, como el de  la avenida de A Pasaxe o el de Alfonso Molina.
Además, se pagan incentivos por productividad a los operadores de radar que más multen. Unos 115 euros al mes.