Agosto de 1991. El Deportivo refuerza la línea defensiva con un central vasco que procede del Burgos. Su nombre, José Luis Ribera. Él no lo sabía, pero después iba a abrir otras dos etapas en el club herculino.
Ribera, que acompaña a Garitano en el cuerpo técnico del Deportivo, firmó entonces por tres temporadas. El jugador destacó en su presentación oficial que “deportivamente estaba a gusto, no así en lo social” y eso le llevó a firmar por el Deportivo, que acababa de subir a Primera y tenía a un técnico vasco en el banquillo, Marco Antonio Boronat.
Ribera explicó en su presentación que el contrato con el Burgos, que se extendía por dos temporadas, incluía una cláusula en virtud de la cual “al cumplirse ese plazo” se reuniría con el club castellano-leonés para estudiar una posible ampliación, pero de igual forma” podían optar por “romper el compromiso”.
El 30 de junio era el día en que expiraba aquel contrato y el presidente del Burgos le había anunciado en mayo que a la vuelta de las vacaciones tratarían la ampliación del contrato, pero las negociaciones no llegaron a buen puerto y el jugador desembarcó en A Coruña. El Depor pagó 40 millones de pesetas por su libertad. “Esa cláusula me permitía decidir yo mismo mi futuro y entre las posibilidades que me ofrecían estaba la de abandonar el Burgos. El Deportivo me brindaba unas condiciones que entendí interesantes y obré en consecuencia”, declaró hace cinco lustros el ahora ayudante de Garitano. Ribera, que nació en Azkoitia el 11 de junio de 1965, llegaba al Depor con el deseo de tener continuidad a pesar de llegar con la pretemporada casi finalizada. “Espero que mis condiciones sirvan para recuperar en poco tiempo esa desventaja con los compañeros”, apuntó el entonces central, que confiaba en las opciones del Deportivo de evitar el descenso de categoría, algo que logró en la promoción con el Betis, próximo rival en esta Liga.