La aparición de grafitis se redujo al mínimo tras identificarse a los vándalos más activos

La aparición de grafitis se redujo al mínimo tras identificarse a los vándalos más activos
Grafiteros pintando el muro de entrada de la playa de Oza, ayer | quintana

En el último año, la actividad de los grafiteros se ha desplomado. Ya es prácticamente imposible encontrar nuevas pintadas en la ciudad. Fuentes de la Policía Local confirman que no se han presentado apenas denuncias por vandalismo, lo que parece confirmar que la política municipal llevada a cabo durante la última etapa del Gobierno de la Marea Atlántica, basada en la identificación de los vándalos de la ciudad, ha dado resultado.   

“En los últimos seis meses no hemos tenido que pintar las paredes ni una sola vez”, reconoce el presidente de la comunidad responsable de la plaza privada situada en el número 47 de la calle del Socorro. José Luis Méndez explica que hace tiempo que adoptaron la política de pintar la pared nada más aparecer un grafiti: “Lo que quieren es que se vea su marca, su firma. Si desaparece enseguida, ya no se molestan”.

Las pintadas se habían convertido en un problema en la ciudad desde hace bastante tiempo, pero el trabajo policial (fue necesario contratar a una empresa especialista en grafología) permitió determinar que no había más que quince grafiteros activos en la ciudad, cada uno responsable de una media de 500 pintadas.

A principios del año pasado, el Ayuntamiento contactó con todos para tratar de “desincentivar” ese comportamiento, amenazándoles con fuertes multas (lo cual es más fácil si se trata de un edificio público, porque entonces el Ayuntamiento puede actuar sin denuncia) o, alternativamente, con que se encargaran de la limpieza de las pintadas. Con todos ellos, el Ayuntamiento consiguió llegar a “algún tipo de acordo” excepto con uno de ellos, que firma como COAS sus pintadas, que se mostró inflexible.

Operación policial

En junio, COAS ingresó en prisión, tras ser detenido junto con otro artista callejero coruñés en el transcurso de una gran operación policial en el que cayeron sospechosos en varios lugares: tres en León y uno en Madrid, Miranda de Ebro y Burgos, respectivamente. Lo que le llevó a la cárcel no fueron tanto las pintadas como el hecho de que se le habían descubierto armas de fuego, grilletes e incluso una placa de la Policía Nacional. Los investigadores valoraban en 215.640 euros los daños producidos por ambos grafiteros herculinos.

Aquella detención desató el último incidente conocido con grafiteros. La Policía Local sorprendió durante la madrugada del viernes al sábado del 15 de junio a dos veinteañeros que se dedicaban a hacer grafitis en el centro de la ciudad exigiendo la liberación de  Coas. “Free Coas” (Liberad a Coas) les dio tiempo a escribir en una pared de San Andrés y de su paralela, la calle Vista, pintando unos contenedores antes de ser sorprendidos.

La aparición de grafitis se redujo al mínimo tras identificarse a los vándalos más activos

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