Fue un golpe sonado, el que sufrió, en octubre de 2007, el propietario de la empresa Ferralla Lois en la nave industrial que posee en el polígono de Os Capelos, en Carral, pocos minutos después de llegar a su puesto de trabajo a primera hora de la mañana.
Pasaba de las seis y media cuando un individuo se coló en la nave y, aprovechándose de que conocía las rutinas del empresario, se llevó el maletín donde llevaba el dinero para pagar a sus trabajadores, que había dejado en su despacho un momento, el tiempo de ir a saludar, como cada día, al encargado y recoger las órdenes de trabajo.
Aquel robo tiene ya sentencia, que impone a los dos hombres que fueron detenidos el autor material del asalto y su cómplice, que le esperaba fuera de la nave para huir en coche un año y nueve meses de reclusión como responsables de un delito de robo con fuerza, caracterizado por su especial gravedad y por haberse perpetrado en un recinto abierto al público.
La resolución reconoce, a la hora de establecer la pena, el hecho de que los ladrones devolvieran 153.000 euros del botín nada más ser detenidos. Es, según concluye el juez, la cantidad que pudo probarse que contenía aquel maletín, muy por debajo de los 587.000 euros en metálicos de los que hablaba la Fiscalía y la acusación particular, que ejerció el propietario de la empresa.
Estos hablaban de un robo mucho más importante, y sumaban al dinero documentos mercantiles letras aceptadas y pagarés por valor de 2,4 millones de euros, con lo que, además de reclamar indemnizaciones mayores, también pedían penas más elevadas para los dos detenidos, de entre tres años y tres años y medio de reclusión. Por contra, en la sentencia se establece que la compañía de ferralla no pudo demostrar la falta de todo el dinero del que hablaba.
Sin antecedentes > Pese a ser condenatoria, la resolución no privará de su libertad a los dos procesados, que confesaron los hechos tras su detención e intentaron reparar el daño mediante la devolución del dinero. Tal como explica su letrado, Manuel Ferreiro, ambos podrán beneficiarse de una suspensión de condena, al carecer de antecedentes penales.
Cuando fueron apresados, ya se habían repartido el dinero, que habían ocultado en viviendas de A Coruña, Pastoriza y Lugo, después de abrir la caja de caudales en la que estaba guardado. Según exponía el fiscal en sus conclusiones provisionales, la forzaron la misma tarde del robo y, tras el reparto, quemaron los documentos que se guardaban en ella.
Ya antes el juicio las acusaciones tenían indicios de que los ladrones conocían bien las costumbres de la empresa y por eso sabían que el día en que perpetraron el asalto era jornada de paga. También estaban al tanto de que el empresario solía dejar las puertas abiertas y abandonar un momento el maletín donde llevaba los sueldos.
Según admitieron los procesados, sabiendo todo esto accedieron en coche al polígono industrial y mientras uno esperaba aparcado a unos 50 metros de la nave oculto tras unos camiones de mercancías, el otro se coló en las oficinas de Ferralla Lois y se apoderó del maletín para, en pocos minutos, estar de vuelta con su cómplice.
Cuando fueron detenidos, un mes y medio más tarde, ambos se reconocieron culpables, pero aseguraron que los 153.000 euros que entregaban eran todo lo que había en la maleta.