El fútbol va por resultados, es evidente. Si en el último arreón del partido de ayer el equipo coruñés hubiese marcado dos goles, finalizando el choque con una victoria, posiblemente se habalaría en otros términos. Esta derrota tiene que servir para aprender y para crecer, subir un peldaño más y volver a ganar.
El Depor se encontró ayer con un rival muy serio, que vino a defenderse bien, rozando en algunas ocasiones la brusquedad en las faltas y con un permisivo arbitraje de Piñeiro Crespo. El Murcia marcó en el 22 por medio de una falta ejecutada magistralmente desde la línea lateral del área al chut de Dorca, que esperaba la pelota en la frontal, colocándola donde Lux no pudo llegar. Después se dedicó a defender el tanteador mientras los de Vázquez se atascaron en el área contraria hasta el final.
Tras unos primeros compases de ajustes, de tomar la medida al partido, Borja disponía de las primeras ocasiones para marcar. Sus disparos se iban fuera en el 13 y en el 18, pero al menos el Depor era el que llegaba al área. Instantes después era Culio el que mandaba a las manos de Casto. El meta pimentonero parecía tener un imán porque la mayoría de los centros o tímidos disparos se iban siempre a sus dominios.
La siguiente acción era la del gol. Un jarro de agua fría en un cálido Riazor que alegró la mañana coruñesa con sus cánticos a pesar de la derrota. El Deportivo intentó reponerse del mazazo a base de fútbol pero se encontró a un Murcia con oficio, que paraba el juego con picardía, perdiendo tiempo en los saques, a base de faltas con el consentimiento, eso sí, del colegiado de la contienda... A la media hora los mediterráneos llevaban ya diez faltas señaladas y más cometidas.
En un partido constantemente interrumpido el equipo de Vázquez intentaba aportar continuidad pero se atascaba en el área. Llegaba tocando, con cuatro y cinco pases, pero faltaba prender la mecha y la pólvora estaba mojada. No se acertaba.
A los 24 Borja enviaba un trallazo que despejaba a córner Casto. Arizmendi la mandaba fuera en el 27 en una acción de cabeza. Posteriormente Culio era derribado en el área. El jugador, sus compañeros y su técnico pedían penalti, pero Piñeiro Crespo no lo entendió así. El Deportivo siguió dominando a su rival, que le esperaba con las líneas muy juntas, pero las acciones de ataque se iban fallando una y otra vez o eligiendo mal cómo finalizar. Álex Bergantiños e Insua tuvieron el gol en su cabeza en un par de ocasiones antes del descanso pero la pelota no quiso entrar. El Depor llegaba al segundo tiempo por detrás en el marcado y con todo por hacer en Riazor.
Comenzó la reanudación con los mismos avales que en el principio. El Murcia defendía con un mediocentro incrustado, por momentos, en la defensa. La jugada le salió bien, porque los atacantes herculinos no tenían el día de cara. Arizmendi, Rudy e Insua volvían a ser protagonistas en varias acciones de ataque que no se concretaban, a veces por mala suerte y en otras por intentar entrar con la pelota dentro del marco en lugar de ser más directos.
Vázquez tuvo que maniobrar e intentó una jugada de ajedrez. Metió jugadores interiores para dejar la banda libre a los laterales. La idea era buena, jugar por el centro lo justo y abrir por los costados para que llegasen los centros. El equipo no lo entendió demasiado bien y se dedicó a perderse por la maraña de futbolistas murcianos sin dar uso a este nuevo argumento que se planteaba. Los blanquiazules se descolocaron un poco y la hipotética reacción no llegó porque, de hecho, salvo un par de acciones aisladas, el partido se fue muriendo en el medio del campo. Los ‘pimentoneros’, fundidos, se posicionaron bien para defender, oxigenando Velázquez las posiciones críticas como la del delantero, con un trabajo tremendo en todo el partido. No dio para más. El Murcia se llevó los tres puntos de Riazor. No hay tiempo para lamentaciones. Sólo para trabajar. n